Una multitudinaria asistencia tuvo el traslado del féretro de monseñor Luis Alberto Luna Tobar a la cripta de la Catedral de la Inmaculada Concepción, en Cuenca. Este 10 de febrero del 2017 fue sepultado en la capital azuaya. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO
Con la música de la “Chola Cuencana” y el “Toro Barroso”, los azuayos despidieron al arzobispo Emérito de Cuenca, Luis Alberto Luna Tobar, al ingreso de la cripta de la Catedral de la Inmaculada Concepción. El entierro se realizó a las 15:00 de este viernes 10 de febrero de 2017.
Esas canciones le gustaban a Luna Tobar, quien sirvió durante 19 años en Cuenca. Él falleció la mañana del martes 7 de febrero. Fueron interpretadas por la banda del Ejército. Miles de cuencanos acompañaron el cortejo fúnebre que recorrió alrededor del parque Calderón, en el Centro Histórico.
Antes de eso se cumplió la ceremonia especial de despedida que duró dos horas y media y en la que participaron más de 120 diáconos, sacerdotes y obispos del país. La eucaristía que se realizó con templo lleno la presidió el nuncio Apostólico, Giacomo Guido Ottonello, en representación del papa Francisco.
También asistieron las principales autoridades como el alcalde, Marcelo Cabrera y concejales. Al inicio, los sacerdotes colocaron sobre el féretro todos los elementos sacerdotales que acompañaron a Monseñor durante su vida sacerdotal: la mitra, el báculo, el evangeliario y el escapulario de los Carmelitas, que es la congregación religiosa a la que perteneció.
De allí el Nuncio Apostólico ofreció un extenso mensaje a los católicos sobre Monseñor y su relación con la Iglesia Católica. En la ceremonia, el padre Bolívar Piedra, hizo un recuento histórico de las obras más importantes de Luna Tobar.
Se recordó, por ejemplo, que al terminar las eucaristías de la Catedral de Cuenca y dirigirse a la Curia, Luna Tobar se daba tiempo para saludar con los lustrabotas, con las amas de casa y los vendedores ambulantes.
También, sobre el aporte social con la gente durante el desastre de La Josefina ocurrida en Paute en 1993, las reuniones permanentes con los sacerdotes de la provincia, el trabajo de evangelización en las comunidades y cantones vecinos donde presidía eucaristías.
También se leyó una carta enviada desde el Vaticano, por parte del papa Francisco, en la que pedía al arzobispo de Cuenca, Marco Pérez Caicedo, que transmita el sentido pésame a los familiares de Monseñor, hermanos sacerdotes y fieles, y ofreció bendiciones por su eterno descanso.
Al término de la eucaristía el féretro –cargado en hombros por sacerdotes- abandonó la Catedral y se realizó una procesión alrededor del parque Calderón, encabezada por los religiosos. Miles de personas se apostaron en las aceras lanzaron flores.
Finalmente, el cortejo ingresó a la cripta de la Catedral por la calle Sucre, donde fue sepultado luego de otro corto mensaje y canciones religiosas. Su cuerpo descansa en un sitio especial.