Tras varios días de angustia derivados de los lamentables sucesos del sábado 16 de abril, la calma empieza a volver poco a poco a los habitantes de las provincias de Manabí y Esmeraldas, que fueron las más afectadas por el terremoto.
Como lo reconoció el Presidente de la República, la reconstrucción de las zonas destruidas tardará años y costará miles de millones de dólares, por lo cual puede decirse que los efectos económicos de la catástrofe apenas están empezando.
Esto tiene varias implicaciones para los ciudadanos. Por un lado, durante las próximas semanas y meses empezaremos a contribuir de manera obligatoria con la causa por la vía tributaria, como lo dispuso el Gobierno Nacional en días pasados.
Por otro lado, la multitudinaria y espontánea colaboración que los ecuatorianos demostramos desde el día siguiente de la tragedia debería perdurar durante algún tiempo, pues el drama de los afectados no pasará pronto.
Si bien los servicios han empezado a restablecerse, las actividades productivas están lejos de normalizarse, especialmente para quienes perdieron sus medios de sustento. Es tiempo de aunar esfuerzos y apoyar a quienes más lo necesitan.