Las manifestaciones estudiantiles cobraron un vigor poco explicable. El Colegio Montúfar es, nuevamente, foco de conflicto, manifestaciones y represión.
Las causas de las protestas estudiantiles parecen hallarse en la remoción de 15 maestros. La avenida Napo, una arteria de importante circulación en el sur de Quito, fue bloqueada el lunes y ayer durante varias horas.
La repentina llegada del Ministro de Educación, el lunes, dio paso a un diálogo todavía sin conclusiones definitivas. Las clases están suspendidas.
Lo que llama la atención es el nivel de violencia de una parte de la juventud. Los destrozos a los bienes públicos y privados y peor aún las agresiones a las personas no se justifican, vengan de donde vinieren. La destrucción de escudos protectores de los policías y las piedras que atravesaban la vía, como proyectiles, no son una buena señal.
La tarde de ayer, 20 estudiantes fueron conducidos, en medio de fuertes medidas policiales, a la Unidad de Flagrancias. Allí se analizarán los casos y podrían venir sanciones, como las que ya se dictaron contra los detenidos el lunes. Los padres de familia mostraron preocupación. Los antecedentes de anteriores protestas y sus consecuencias no dejan buenas lecciones.
Es grave que la sociedad busque caminos violentos para manifestarse. Nadie desmerece la libertad para expresar los puntos de vista y aun el descontento estudiantil, pero la manifestación ha de ser encauzada de modo civilizado.