A Jorge Gallardo Zavala se le quebró la voz cuando agradeció a su esposa Mary, a sus hijas Paola, Claudia y Verónica, “por su amor y solidaridad” al haber estado a su lado en todos estos años de lucha por su libertad.
El ex Ministro de Economía y Finanzas del Gobierno de Gustavo Noboa presentó la noche del jueves su libro testimonial ‘Memorias desde la cárcel 4’. Las vivencias transcurren desde el 3 de agosto del 2010, cuando regresó al Ecuador y guardó prisión en la Cárcel 4, hasta el 17 de noviembre de ese mismo año, cuado volvió a pisar Guayaquil. Relata la sorpresa de haber encontrado su ciudad natal moderna tras diez años de ausencia.
Pero la historia de “persecución” comenzó años atrás, en octubre del 2001 cuando se dictó orden de prisión en su contra por supuesto peculado durante su gestión como presidente ejecutivo del Banco del Pacífico, al conformar un Fideicomiso denominado 93 BP, constituido con cartera castigada al 100% a favor de los ex accionistas privados de la entidad. En esa época él estaba en Washington cumpliendo funciones de Ministro de Finanzas de Noboa. Finalmente, el 17 de noviembre del 2010 la Primera Sala de lo Penal de la Corte Nacional de Justicia dictó sentencia absolutoria.
[[OBJECT]]
Pero durante esos años vivió un autoexilio en Estados Unidos, alquilando un pequeño departamento en Washington, separado de su familia, su madre, sus nietos.
Esas penurias las recordó la noche del jueves en el Bankers Club, donde sus colegas del Colegio de Ingenieros Comerciales organizaron un acto de solidaridad y desagravio, y se realizó la presentación del libro. En la portada está una foto de Gallardo en una pequeña celda de la Cárcel 4, con ropa deportiva, y una camita con sábanas amarillas con el escudo del club Barcelona. La publicación es de Edino Editorial. En su dedicatoria dice que está dirigido a los ciudadanos “que han sido víctimas de la persecución política, mediante la manipulación y utilización de las débiles instituciones del Estado; y de la mala administración de justicia…”.
El salón, en el último piso del Edificio La Previsora, se fue llenando de colegas, políticos, amigos y la familia de Gallardo. Su madre Elsa Zavala, sus hermanas Gloria, Elsa, Beatriz; su esposa Mary, y sus hijas Paola y Verónica. Los nietos, a quienes no vio crecer, Gustavo, Santiago, Sergio…
El ex presidente Gustavo Noboa estaba sentado en uno de los sillones, escuchando a su Ministro. Ates que terminara su intervención se levantó, caminó con la ayuda de su bastón, y se abrazaron fuertemente, en medio de los aplausos de los asistentes.
“La injusticia que se cometió con Gallardo, como todo, tiene un fin. Baquerizo Moreno, decía que la justicia tiene su tiempo, y todo tiempo tiene su justicia. Lo de Jorge fue infame, como lo que ocurrió conmigo. La fiscal Mariana Yépez y el viejito, que aún está ahí, han hecho lo que le da la gana. En el Ecuador no ha pasado nada, sigue la justicia politizada, y habrá otros Gallardos, Gustavos Noboas, Franciscos Arosemenas que serán injustamente calumniados en este país. En mi opinión va para atrás no pa’ delante”.
Noboa cree que “la justicia pasó de dueño, ¿adivina quién es el dueño? Cuando quieren mandar, sin saberlo hacer, cuando quieren mandar autoritariamente es vital la Fiscalía y Justicia. Lo de (León) Febres Cordero fue un mal ejemplo y lo han seguido. Dijeron de boca para afuera que había que cambiar y no ha cambiado nada. Estamos mal por que la corrupción es terrible, pero además porque se la permite”.
El ex presidente Febres Cordero presentó una denuncia de peculado en contra de Noboa y cuatro miembros de la Comisión de Renegociación de la Deuda Externa, que incluía a Gallardo, formada en el 2000. La Asamblea Constituyente otorgó la amnistía para Noboa y la comisión, por un pedio del presidente Rafael Correa, en el 2008.
Gloria Gallardo dice que lo vivido por su hermano ‘Yoyo’ demuestra que la fe mueve montañas. “Es una lección que me ha enseñado, que lo imposible se hace posible, cando cree en a verdad, en Dios. Nunca perdí la esperanza, pero fueron diez años terribles, con un poder omnímodo que no se podía llegar a nada”.
Recuerda que para ella “fue terrible la persecución” a su hermano, ya que había trabajado en la época de Alcalde de Guayaquil con Febres Cordero. “Esto es doloroso hablarlo, ha sido un proceso muy largo para perdonar, comprender por qué razón y perdonar, y que en la vida uno recibe lo que merece para bien o para mal; y cada persona responde de sus actos, he podido ver como ese poder omnímodo se acabó…nada es eterno”.