La apertura de la segunda fase del nuevo aeropuerto de Quito ha sido una de las buenas noticias de la semana que cierra.
Las obras, que incluyen 10 salas de embarque, dos mangas adicionales y locales comerciales, demandaron una inversión de USD 22 millones.
La inauguración de la terminal aérea para los vuelos nacionales, con seguridad, optimizará los servicios de una de las puertas de entrada al Ecuador.
Quiport, la operadora del nuevo Mariscal Sucre, ya ha hecho incluso sus previsiones. Espera que las instalaciones inauguradas el lunes pasado permitan un sustancial aumento en el número de pasajeros. Este año existe la expectativa de que sean 7,5 millones. En el 2014 fueron dos millones menos.
La terminal puesta en servicio era más que una necesidad. ¿Por qué? Porque las instalaciones no daban abasto a las nuevas exigencias de una capital como la ecuatoriana, en constante crecimiento y con una mayor demanda de vuelos, de servicios y de conexiones con otros países.
Al fin y al cabo, la terminal localizada en la parroquia de Tababela,empezó a operar dos años después de lo previsto. Es decir, de alguna forma no se ajustaba a las condiciones del siempre dinámico sector de la transportación aérea.
Sin duda, la expansión del nuevo aeropuerto Mariscal Sucre aportará en los esfuerzos -oficiales y privados- de convertir al país en un destino turístico que resulte más atractivo para los turistas, en especial para aquellos provenientes del extranjero.