La cita continental más importante que se reúne hoy en Panamá tiene, como pocas veces, temas espinosos que unen o separan a los gobiernos, según se vea.
Es un encuentro especial signado por el nuevo momento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, países separados desde el triunfo de la revolución cubana en 1959. El anuncio del próximo nombramiento de embajadores de ambos países y el diálogo, no exento de dificultades, son el telón de fondo para un encuentro entre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro.
Sin abandonar sus posiciones han dado muestras de apertura hacia la construcción de una relación que podría traer beneficios al comercio y a la vecindad entre dos naciones cercanas en la geografía pero separadas por la política y los discursos duros por más de medio siglo.
El encuentro estará enmarcado por las protestas de cubanos residentes en Estados Unidos, críticos de cualquier acercamiento, y de partidarios del régimen de la isla, que apoyan el episodio.
Además, el tema de Venezuela y su Gobierno represivo marcan otro momento tenso. La presencia de opositores al régimen y de partidarios de Maduro muestra la polarización y la falta de condiciones para una democracia abierta. Varios expresidentes están en Panamá y ejercen presión. En el grupo se halla el exmandatario ecuatoriano Osvaldo Hurtado.
Además, habrá una ‘anti-cumbre’ con la asistencia de los presidentes Evo Morales y Rafael Correa. Panamá es punto de todas las miradas.