Agridulce fue el sabor que el Gran Premio de Australia, primera carrera de la F1 2014, dejó entre los pilotos y entre los aficionados a la máxima categoría.
Para los primeros, el estreno de los nuevos monoplazas equipados con motores V6 turboalimentados y con doble sistema de recuperación de energía supuso un ensayo más para probar tecnologías que aún están en fase de desarrollo.
Por eso, más allá de la previsión de que podía ganar un Mercedes, por ser la escudería que mejor desempeño evidenció durante la pretemporada (como finalmente sucedió), la principal aspiración de muchos era terminar la carrera.
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Siete autos se quedaron en el camino hacia la línea de meta, entre los cuales se contaron el Red Bull de Sebastian Vettel y el Mercedes de Lewis Hamilton, ambos por problemas mecánicos. Sus respectivas escuderías decidieron llamarlos a ‘pits’ para concretar el abandono, con la intención de conservar el primero de los cinco motores que los autos podrán utilizar en esta temporada.
Casi todos los pilotos que se mantuvieron en pista optaron por una estrategia conservadora, orientada a evaluar el comportamiento de los nuevos componentes mecánicos de los vehículos y a ahorrar combustible para llegar hasta el final de la carrera.
Cabe recordar que en el 2014 la capacidad de los tanques de gasolina de los autos se redujo un 35% que debe compensarse por el menor consumo de los motores más pequeños y con turbo.
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Velocidades moderadas, pocos sobrepasos y escasas luchas por las posiciones puntuables fueron la tónica del gran premio inaugural de un año en el que las referencias de las últimas temporadas ya no son útiles, porque todos los equipos empiezan desde cero.
No obstante, los seguidores de la F1 e incluso la prensa especializada se preguntan cuánto tiempo tomará la adaptación de las escuderías a las nuevas normas técnicas, pues el desempeño visto en Melbourne atenta contra el espíritu tradicional de este deporte.
Mucho se teme que los drásticos cambios técnicos que se introdujeron este año, cuya finalidad es reducir los costos estratosféricos de la categoría y ‘democratizar’ las oportunidades para todos los equipos, terminen por empañar el espectáculo de la velocidad tal como se lo conocía y disfrutaba.
Aunque los equipos han trabajado en el desarrollo de los sistemas para cumplir con la actual reglamentación al menos en los últimos dos años, los tests de la pretemporada demostraron que aún queda mucho trabajo por hacer.
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Incluso las escuderías más grandes y con mayores presupuestos, que suelen ser las que más rápido se adaptan a los cambios, han demostrado serias falencias que perjudicarán sus resultados, al menos en una fase inicial.
Tal es el caso de Red Bull, que de lograr los títulos de constructores y pilotos consecutivamente entre el 2010 y el 2013, en Australia vivió un fin de semana para el olvido con el abandono de Vettel y la descalificación de Daniel Ricciardo.
Cinco horas después de haber subido al segundo escalón del podio ante su público, el piloto australiano fue descalificado cuando la FIA encontró irregularidades en el flujo de combustible de su auto, que pudieron haber puesto a su disposición una mayor potencia.
Así, con más dudas que certezas, la temporada 2014 levantó el telón. Los equipos siguen trabajando en la adaptación al reglamento vigente y habrá que ver si la carrera de la próxima semana en Malasia marca el inicio del desempeño esperado por los equipos.