Brasil tiene un nuevo presidente. Luiz Inácio Lula da Silva asumió este 1 de enero del 2023 como presidente de la República Federativa de Brasil. Vuelve a ocupar el Palacio de Planalto y se convierte en el único brasileño en ocupar tres veces el Poder Ejecutivo. En cambio, el presidente saliente, Jair Bolsonaro, prefirió ir a Estados Unidos para no estar en la transmisión del mando, en un gesto que poco beneficia a una democracia, cuya formalidad exige el respeto institucional a la voluntad que la mayoría expresó en las urnas.
Lula fue uno de los políticos más importantes del mundo durante los dos mandatos anteriores (2003-2010). Con él, la política exterior brasileña se extendió por el mundo: fue parte importante de las economías emergentes en el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y el líder indiscutido de la región, uno de los impulsores más importantes de la Unión de Naciones Suramericanas. Sin embargo, durante sus gobiernos anteriores hubo muchos casos de corrupción, como Odebrecht, Lava Jato, y por el que él estuvo en prisión hace tres años.
En agenda tiene varios frentes: la economía: el 15% de la población está en la pobreza, la crisis social es muy grande y también la ambiental con la deforestación de la Amazonía, el pulmón de buena parte del mundo. Pero también deberá gobernar con un país polarizado. Su victoria frente a Bolsonaro en la segunda vuelta fue muy estrecha: tuvo el 50,9% de los votos frente al 49,1% del ultraderechista. Además, entre primera y segunda vueltas, solo lograr aumentar en el 2,47% de electores. Y gobernar en estas circunstancias es algo complejo.