Siempre habrá mensajes apocalípticos y especulaciones mentales de agoreros que cada cierto tiempo predicen el fin de la humanidad, una nueva era del hielo o cualquier cosa parecida como, por ejemplo, que la prensa se va a acabar o que las nuevas tecnologías van a reemplazar al periodismo.
Es cierto que por causa de la sociedad cada vez más globalizada y la necesidad de estar comunicados, los mecanismos que se usan ahora para estar bien informados son diferentes a los que algún día inventó Samuel Morse: un código de puntos y rayas que facilitó y dio agilidad a la comunicación en el siglo XIX.
La Internet y las redes sociales electrónicas sin duda que han dado un giro a la comunicación. Hace pocos días el periodista español Juan Luis Cebrián, con motivo del bicentenario de conmemoración de la libertad de expresión en su país, hizo un análisis crudo sobre la pérdida de lectoría de la prensa.
No lo dice Cebrián, pero es cuestión de ver la crisis del New York Times (NYT) como para no ser contemplativos frente a esa realidad. La caída de circulación del medio impreso es evidente, pero la credibilidad, independencia y prestigio lo hará perdurable quién sabe hasta cuándo.
Antes de la crisis, el NYT era leído por entre uno y un millón y medio de lectores. Hoy, gracias a la Internet, el rotativo neoyorkino llega a una audiencia cercana a los 15 millones diarios, no solo en Nueva York o Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Cebrián, célebre también por sus críticas al Presidente del Gobierno español por la campaña del PSOE, cuando dijo, en abril de 2007: “No hace falta asesinar la ortografía” para ganar las elecciones, indicó que, desaparezcan o no los diarios, nunca van a desaparecer los periodistas, cualquiera sea su medio de expresión.
Esta sí que es una mala noticia para los tiranos, para los gobiernos autoritarios que ven en la prensa y en los comunicadores a sus peores enemigos. Según el periodista español, la función social que ejerce el periodismo se constituye en el peligro supremo de los burócratas, de los jueces y del poder político.
El poder tiende a ver conspiraciones donde solo hay disentimiento, anota. Jean Daniel, periodista francés, fundador del semanario Le Nouvel Observateur resume así la realidad actual: “Todo lo cambió la televisión, luego las tecnologías como Internet. Ahora, parece que cualquiera puede ejercer de periodista y eso equivale a un cierto descrédito”.
La libertad de expresión y el ejercicio del periodismo serio siempre tendrán detractores reaccionarios y serviles. Durante el año han muerto 42 periodistas en todo el mundo víctimas de la violencia ejercida contra ellos desde el poder político o desde el narcotráfico. Pero el periodismo no va a morir; esta es la peor noticia para el autoritarismo.