Entre 1976 y 1983, Argentina vivió una de las épocas más oscuras de su historia. Se calcula que durante esos años la dictadura cívico militar secuestró, torturó y desapareció a 30 000 personas. Hombres y mujeres de todas las edades, pero especialmente jóvenes, que sin ninguna prueba eran acusados de subversivos.
Una de las sobrevivientes de este genocidio fue Adriana Carbo de Laborde, una mujer que tenía seis meses de embarazo cuando fue secuestrada. En el testimonio del juicio a las Juntas Militares, que se realizó en 1985 narró, entre otras cosas, cómo su hija había nacido en la misma mesa en la que ella era torturada y en la que antes habían muerto cientos de jóvenes.
El testimonio de Carbo es recuperado en ‘Argentina 1985’. La película de Santiago Mitre sobre el juicio civil al que fueron sometidos todos los líderes de las Juntas Militares. Encabezaron el Proceso de Reorganización Nacional, entre ellos Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti.
El foco narrativo de esta película está en el trabajo que realizó el fiscal Julio Strassera. Un servidor público en el que recayó la responsabilidad de demostrar que los líderes de las Juntas Militares estuvieron al tanto de los secuestros, torturas y desapariciones que se realizaron en todo el país. Esto durante los ocho años de dictadura.
En esta película, Strassera, que es interpretado por Ricardo Darín, aparece en un retrato de cuerpo entero. Por un lado está el servidor público que tiene que lidiar con las presiones políticas. Debe sortear la inoperancia del sistema judicial para reunir las pruebas necesarias contra las Juntas Militares y por el otro el esposo y padre que intenta proteger a su familia de las represalias de los genocidas.
Darín convierte a Strassera en un ‘héroe’ modesto. Cuya fuerza está en la complicidad que tiene con su hijo menor, su esposa, sus amigos y Luis Moreno Ocampo, el fiscal adjunto del juicio. Las conversaciones que sostiene con ellos están cargadas de tensiones. Pero también de reflexiones sobre la importancia de la reparación a las víctimas y sobre la construcción de una memoria colectiva.
Este discurso es reforzado con la presencia de las abuelas y madres de la Plaza de Mayo. Mujeres que de forma valiente salieron a las calles de Argentina para reclamar sobre el paradero de sus nietos e hijos. Con el alegato que Strassera leyó al final del juicio y en el que reivindicó el valor de una frase que se volvió una especie de mantra entre los argentinos: “Nunca más”.
Cine y memoria
En Argentina, el cine se ha convertido en un detonante para generar debates y reflexiones sobre los secuestros, torturas y desapariciones que ocurrieron durante la dictadura militar. Una de las primeras películas que apareció fue ‘La noche de los lápices’ (1986).
Esta cinta cuenta la historia de siete adolescentes de la ciudad de La Plata que fueron secuestrados, torturados y asesinados. Murieron por protestar en contra del alza del pasaje estudiantil. Una de las escenas más conmovedoras de este filme muestra a los jóvenes, en medio de su cautiverio, cantando dos de las canciones más populares de aquella época. Rasguña las piedras y Canción para mi muerte interpretados por Sui Generis.
Otra de esas escenas desgarradoras aparece en ‘Garage Olimpo’ (1999). Cuando la cámara muestra a Félix, un torturador, saliendo de un centro de detención clandestino ubicado en Buenos Aires. Adentro, la muerte, la barbarie y el horror de una dictadura; afuera, la fiesta, la celebración y los festejos de un Mundial de Fútbol.
Asimismo, están películas como ‘La historia oficial’ o ‘Kamchatka’, que pueden ser vistas y leídas como una extensión de ese ‘Nunca más’ pronunciado por Strassera en 1985; un llamado de alerta contra cualquier gobierno, civil o militar, que pretenda pisotear el derecho a la libertad de los seres humanos.
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