Las ilusiones fueron el punto de partida para el diseño de la Casa de las Tejas Voladoras. Esta vivienda, ubicada en Pifo, nace de una búsqueda de la esencia de la propietaria.
Lo que no se ve también existe. Ese es el caso de los techos de las construcciones, conocidos arquitectónicamente como la quinta fachada. Es posible observarlos solo si es que uno está por encima de ellos, como en un avión o volando un dron.
Una mirada a los techos de algunas de las viejas construcciones del Centro de Quito, que revelan su geometría y su transformación a través del tiempo. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO
Situaciones como el clima, la ubicación geográfica, el presupuesto y la estética son determinantes para elegir la cubierta de la casa: hay metálicas, asfálticas, de tetrapack y más.
En El Tejar, ubicada en el sur de la capital de Imbabura, se comenta que las urbes del norte de Ecuador tienen, al menos, una partícula de esta tierra.
La teja elaborada con arcilla es uno de los elementos emblemáticos de la arquitectura cuencana. En el sector de Racar, ubicado en el noroeste de la ciudad, más de 10 familias se dedican, por tradición, a esta producción artesanal.
Las tejas que fabrica Ángel Llerena en Riobamba se venden como pan caliente. Están hechas de concreto, son livianas y pueden pintarse del color que elija el cliente, para armonizarlas con la apariencia de la fachada de una vivienda. Pero, lo mejor de todo, es que son ecológicas.