Si hay una huella, un rastro de identidad, en el tiempo de Guillermo Muriel, fallecido la tarde el jueves 24, y su obra es la ausencia de prisas. Su hijo Álvaro Muriel adopta, quizá inconscientemente, ese paso a contratiempo por mostrar y adaptarse a un relojero impuesto por los cánones de la productividad. Su documental 'Las pasiones de Muriel' (20', 2014) tuvo su pre-estreno el sábado 5 de julio en la Cinemateca Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el lunes 28 está prevista una proyección de la cinta en la Cinemateca.
Veinte días han pasado desde que abrió la última exposición retrospectiva de Guillermo Muriel en la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE). En la muestra, el público ha recorrido la obra de uno de los maestros de la pintura nacional quien ayer falleció en Quito a los 89 años.
Anecdótico, y hasta imposible de comprender, resulta el hecho de que la obra de Guillermo Muriel haya permanecido oculta por casi diez años desde su última exposición (Alianza Francesa, 2005).
Esta quizá sea la única oportunidad para ver de cerca y en detalle la obra de Guillermo Muriel (Riobamba, 1925), ese pintor mítico de la Vanguardia Artística Nacional (VAN) que a fuerza de ausencia (prefería trabajar a exhibirse) empezó a antojarse imaginario.