Septiembre 15 de 1835, día que escribía Charles Darwin sobre su entrada al archipiélago de Galápagos (Ecuador). Venía cruzando el océano desde El Callao. Travesía que es hoy conocida como el “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”, que quisiéramos repasar con la edición de 1942. Casi una plática con el viajero, pues, sus datos hablan y provocan, sus grabados fascinan, en tanto recibíamos el año en la isla San Cristóbal (“Chatam”). Era tan intocado el piélago y tan infinito el horizonte que Charles creyó encontrarse en otro planeta, rodeado de islas que entonces contenían 2 000 cráteres, y rocas que caían mar. Islas volcánicas provenientes de erupciones en este lado del océano Pacífico. El 17 le tocaría desembarcar en la isla Chatam: su superficie: una colada rugosa, atravesada por algunas grietas, escribía.
El 23 de septiembre el gran Beagle orientaba sus velas a la isla Floreana (Charles) donde se verán obligados a bajar; el inglés, ya estaba informado que estas islas habían sido frecuentadas por corsarios, y en su tiempo por balleneros; registra ahora y con sorpresa, que en Charles había sido establecida una pequeña colonia penal. (No se trata de aquella cerrada en 1959). “Hay en ella de 200 a 300 habitantes, son casi todos hombres de color desterrados de la República del Ecuador, cuya capital es Quito, por crímenes políticos”. Si bien el destierro fue usual condena que usaban los tiranos iniciada la República, no era cualquier cosa encontrar hombres muertos en vida, abandonados en calidad de penados en 1835. Y preguntamos ¿por quién? “La colonia está situada a unas cuatro millas y media hacia el interior y un camino iba a dar con la escondida prisión de afrodescendientes. “Se alimentaban cultivando batatas y bananas. Hay grandísimo número de cabras y cerdos salvajes: pero las tortugas les proveen el principal alimento. El número de estos animales ha disminuido considerablemente en esa isla. Dícese que en otros tiempos barcos corrientes se llevaron una vez hasta 700 tortugas, y que la tripulación de una fragata se llevó en un solo día 200”, refiere Darwin mientras continuaba hacia Australia. La interpretación entra en la historia, por las coincidencias de que acaso Vicente Rocafuerte fuera autor del genocidio de una “mayoría de color”, como soldados de Flores, que nunca volvieron al continente. Recuérdese que, como comprobara el padre Villalba, “Manuela Sáenz fue desterrada del Ecuador en 1835 por el gobierno de Vicente Rocafuerte”. Según este: “Las mujeres son las que más fomentan la anarquía, por este convencimiento, agrega, hice salir a Manuela Sáenz del territorio del Ecuador. Como es una verdadera loca la he hecho salir de nuestro territorio para no pasar por el dolor de hacerla fusilar” ( Villalba). Galápagos guarda recuerdos de una naturaleza milenaria, penas por la pérdida de tortugas gigantes ytestimonios del crimen de los mandatarios, como ha olvidado la historia.