Durante su primer mes en la presidencia de Cuba, Miguel Díaz-Canel dio muestras de que para gobernar debe salir a la calle, escuchar a la gente y aprovechar, en vez de evadir, a los medios de comunicación, en su camino para ganar y mantener respaldo ciudadano. En medio de un amplio despliegue de prensa, se le vio en reunión con el Consejo de Ministros, luego pasando revista a programas alimentarios y de energía renovable, valorando los planes de preparación de la Habana para celebrar en 2019 medio milenio de su fundación, o en un recorrido por barrios de la capital.
“La gente comenta que así es como se hace, conversando con las personas de a pie, que trabajan mucho y ganan poco. La esperanza es que continúe esas visitas, pero que sean sin aviso previo para que no lo engañen”, dijo a IPS una empleada de una tienda de la Habana Vieja, María Caridad.
En las redes sociales, hubo quien recordó los tiempos en que Díaz-Canel, de 58 años, fue primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Villa Clara, a 270 km de la Habana. “Cuando menos el pueblo se lo esperaba aparecía en bicicleta. Esa era su forma de actuar”, comentó el usuario Kamilo en un debate en un medio digital local.
En declaraciones a IPS en días previos al cambio presidencial, el 19 de abril, el analista político Carlos Alzugaray advirtió que “hay suficientes presiones sociales ante la demora en producir un socialismo próspero y sustentable como se ha prometido”, pues Cuba “no ha logrado la mayor parte de los objetivos previstos en los Lineamientos”. En su opinión, la economía sigue siendo el reto principal. Es decir “la materialización de las promesas previstas en los Lineamientos (como se denomina oficialmente a las reformas iniciadas en 2011) sobre mayor prosperidad”, recalcó.
Díaz-Canel es el primer dirigente que no pertenece a la generación histórica de la Revolución, encabezada por los hermanos Fidel y Raúl Castro, que asume el cargo de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.