El cese el fuego bilateral y definitivo rubricado este jueves 23 por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el comandante de la guerrilla comunista de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, allana el fin del conflicto armado más prolongado de América Latina.
La presencia de seis presidentes latinoamericanos en la ceremonia de firma de este acuerdo y la hoja de ruta de su cumplimiento remarcó la relevancia del hecho para la región, casi cuatro años después de comenzar en La Habana el diálogo de paz entre delegados del gobierno y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
El histórico acuerdo, que de hecho representa el fin de la guerra, aunque aún no la llegada de la paz, abarca la dejación de las armas, garantías de seguridad y la lucha contra las organizaciones criminales responsables de homicidios y masacres o que atentan contra defensores de derechos humanos y movimientos sociales o políticos.
Este último punto incluye a “organizaciones criminales que hayan sido denominadas como sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo, y la persecución de las conductas criminales que amenacen la implementación de los acuerdos y la construcción de la paz”.
El proceso de dejación de las armas por parte de la guerrilla, será verificado por observadores no armados de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac).
El plazo de este parte será de 180 días desde el llamado día “D”, aquel de la firma del acuerdo final de paz, que se anticipó en La Habana que será en Colombia, en un plazo próximo e indeterminado.
A la ceremonia asistió Ban Ki-Moon, secretario General de la ONU, acompañado de Francois Delattre y Mogens Lykketoft, presidentes, respectivamente, del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General del foro mundial, cuya participación va a ser vital una vez acordada la paz. El Consejo de Seguridad aprobó en enero la resolución 2261, que establece una Misión de Observadores internacionales no armados.
El destino final del armamento en manos de la guerrilla será la construcción de tres monumentos, mientras que los combatientes, desprovistos de armas y vestidos de civil, se trasladarán a 22 denominadas zonas de transición y ocho campamentos, donde comenzarán su reincorporación al espacio público colombiano.
Además, indican los documentos entregados a los medios, el gobierno aplicará un conjunto de medidas para crear y hacer sostenibles condiciones de seguridad que den plena oportunidad de participar en política a los ex integrantes de las FARC en proceso de reintegración a la vida civil.
“El proceso de paz no tiene vuelta atrás”, aseguró el mandatario del país anfitrión de la firma y los diálogos, el cubano Raúl Castro. Indicó que “la paz será la victoria de toda Colombia, pero también de toda nuestra América”,