El mapa polÃtico global sufrirá dramáticos cambios entre el martes y el jueves. Los dos paÃses más poderosos del mundo, Estados Unidos y China, cada uno a su manera tienen fijado para esos dÃas instancias de decisión polÃtica, que seguramente impactarán luego en la vida del resto del planeta.
El martes 6 de noviembre EE.UU. acudirá a las urnas para definir quién manejará las riendas de la mayor economÃa del mundo por los próximos 4 años. El perfil de los dos candidatos, drásticamente diferente, hace que el cada vez más incierto resultado sea de gran trascendencia global. Por un lado está el presidente Obama, un demócrata ilustrado, de perfil internacional e imagen multicultural de acuerdo a lo que exigen los tiempos de corrección polÃtica actual, quien debió enfrentar una severa crisis económica y dos guerras desatadas durante el perÃodo de su tristemente recordado predecesor, George W. Bush. Por otro, Mitt Romney, un empresario republicano, ex misionero mormón de escaso carisma, y que sin embargo gobernó uno de los estados más progresistas. Su proyecto implica derrumbar casi todas las reformas “protosocialistas” de Obama, dar impulso al sector privado y con él a la alicaÃda economÃa. Lo que ha sido el flanco débil de su contrincante.
En China las cosas son un poco diferentes. Allà no hay elecciones, no hay campañas, ni focus groups, ni encuestas. Todo se decide detrás de las gruesas cortinas que separan a los capitostes del omnipotente politburó del resto de los mortales. Este año el Congreso del Partido Comunista tiene una relevancia especial, ya que debido a las estrictas reglas que limitan la edad de los dirigentes, se producirá un recambio de siete de los nueve miembros del politburó, entre ellos el presidente Hu Jintao y el premier Wen Jiabao. Si bien las intrigas, conspiraciones y riñas internas han estado a la orden del dÃa en lo previo a este evento, los dados parecen echados . El nuevo hombre fuerte que gobernará la segunda economÃa mundial será el hoy vicepresidente Xi Jimping. Como marca la tradición, se trata de un descendiente de una de las figuras máximas de la revolución comunista. Su vida y proyecto son un misterio para el resto del mundo, aunque se sabe que tiene fuertes vÃnculos con el ejército, y que aparenta ser “conservador” en materia económica. Estudió ingenierÃa quÃmica en la prestigiosa Tsinghua University, en EE.UU., donde habrÃa trabajado en una granja de cerdos en Iowa. Su esposa es una popular cantante folklórica, y su hija, de acuerdo a las nuevas costumbres, estudia en Harvard. Se espera que Xi fomente reformas pro mercado que impulsen el crecimiento, para aplastar las voces de descontento que ponen en cuestión las bondades de un modelo estatista y dirigista al extremo.