Sala de pacientes con covid-19 en el Hospital Santo Andrés, Brasil. Con la pandemia llegó la pobreza a la región. Foto: Reuters
La humanidad se encuentra en un momento crucial de su historia, que clama por decisiones inteligentes, realistas y valientes, basadas en valores y ética, en el conocimiento profundo de la historia y de la realidad. Estos no son problemas solo de los ejecutivos de los gobiernos, sino de los
Estados en su integridad y de sus sociedades.
Los liderazgos del mundo, de la región y de nuestro país deben buscar la supervivencia de los seres humanos frente a la pandemia. Es un nuevo escenario desolador y trágico por el costo de vidas humanas, pero sobre todo porque nos impone una nueva visión como integrantes de una sociedad nacional, regional y mundial.
Señalaré solo los temas más relevantes, ya que se necesitaría un diccionario para tratar todos los aspectos que las relaciones internacionales modernas imponen a nuestro país, inmerso en la región y el mundo.
La búsqueda de convergencias, consensos y acciones concertadas en esos tres niveles es, sin la menor duda, el mayor esfuerzo de un estado moderno. Es el reto más grave de las relaciones exteriores, en donde se confrontan rivalidades de todo orden. La buena conducción de un Estado, inmerso en un mundo de adversidades y posibilidades, es un imperativo para la supervivencia del Estado-nación.
La permanencia de la pandemia en el largo plazo
La pandemia no solo ha puesto de rodillas a los sistemas de salud del planeta, sino que ha infligido costos económicos y sociales a la humanidad que tomarán años, sino décadas superar. Esta es la primera crisis internacional que afecta a todos los países del mundo y que tiene la particularidad de amenazar la vida de cada ser humano.
Lamentablemente, lo que no recuperaremos nunca son a los millones de muertos. Por otro lado, las decenas de millones de personas que se han contagiado ponen en evidencia a una sociedad segmentada, desigual, carente de solidaridad e incapaz de afrontar con visión y entereza semejante reto.
Para muchos, la pandemia está es sus comienzos y puede acompañarnos durante décadas. El realismo que impone políticas de largo aliento, muchas veces se escapa de lo que las sociedades y sus gobernantes están dispuestos a implementar.
El mundo ha visto cómo los sistemas multilaterales que habíamos creado con tanta dedicación y esfuerzo, no fueron capaces de coordinar acciones por las rivalidades geopolíticas e ideológicas existentes y dejaron a la deriva decisiones que, de haberse tomado a tiempo, hubiesen salvado cientos de miles de vidas.
Vimos la hegemonía de la unilateralidad sobre la multilateralidad, y la imposición de la doctrina de “primero yo”, que afecta a la cadena de suministros de medicamentos e insumos vitales y que condena la solidaridad internacional a los libros de teoría del deber ser.
El reto para cualquier Estado, en este momento, es cómo superar esta crisis y salvar las vidas de sus pueblos. Una tarea nada fácil en un entorno donde las medicinas y las vacunas no se consiguen, pese a contratarlas y pagarlas por anticipado.
Muerte por pandemia o muerte por el hambre
El mundo se enfrenta a un dilema de supervivencia económica. Ese equilibrio entre la muerte por la pandemia del covid-19 y el hambre, que enfrentan todas las sociedades, sobre todo las de los países en donde la mayoría de trabajo está en las calles, en donde quien no sale a ganarse la vida no puede alimentarse a sí mismo y a su familia.
Una verdadera crisis de ideologías, valores y ética. Una dosis de realismo y pragmatismo que cuesta aceptar, cuando de vidas humanas se trata. En América Latina la pobreza ha llegado a los mayores niveles en 20 años, según la Cepal. En Ecuador y en la región, lo que se logró en décadas se borró en meses. La violencia social también es y será una abominable consecuencia de esa pobreza.
Estamos viviendo profundos cambios en los lugares de trabajo, en la educación y en la vida en general. El distanciamiento nos impone el uso de tecnologías de comunicación e información que demandan políticas púbicas modernas que nos permitan superar la divisoria de la era digital. Si no superamos esta división, mediante mecanismos de integración e inclusividad, estaremos siempre relegados. Es urgente la defensa de nuestra soberanía y el sostenimiento de las futuras generaciones.
La migración y su multidimensionalidad
La migración de más de seis millones de venezolanos a la subregión andina, principalmente, demostró el colapso del modelo chavista y pone en serios aprietos a la región entera; se trata de la mayor crisis humanitaria que ha vivido América Latina. Esos millones de seres humanos que caminan por nuestras carreteras buscan mejores días para ellos y sus hijos. Al igual que los migrantes que salen a diario de nuestros países, son los soñadores y arriesgados que van en busca de un mejor mañana.
Cubierto está el mundo de millones de migrantes y refugiados cuyos derechos son irrespetados, y cuya defensa debemos siempre privilegiar, porque allende nuestras fronteras viven más de dos millones de compatriotas, que aportan con su esfuerzo y dedicación al desarrollo de los países de acogida. Hemos de condenar la xenofobia y el racismo en las sociedades de acogida y de tránsito y mirarnos al espejo cuando analizamos este fenómeno en todas sus aristas.
La droga andina y sus repercusiones
Más de mil toneladas de cocaína se exportan de la zona andina cada año. El Ecuador capturó en el 2020 un récord de 125 toneladas. El multimillonario negocio del narcotráfico afecta a nuestro país de una manera impactante. Basta ver diariamente los noticieros que dan cuenta de las muertes por el sicariato entre bandas, por el control territorial y marítimo.
Este es el mayor problema de seguridad del pueblo ecuatoriano, pero también para todos los países de producción, tránsito y destino. Es también un problema multidimensional que debe enfrentarse con soluciones integrales y coordinadas internacionalmente.
No podemos combatirlo solos, con los pocos recursos que tenemos para luchar contra un flagelo mundial, más aún cuando el Ecuador no cultiva coca ni produce cocaína. Los principales países de consumo deben tener la corresponsabilidad en su lucha y buscar la solución del problema de sus sociedades.
Las toneladas vendidas en el mercado mundial producen flujos ilegales de miles de millones de dólares, que ciertamente no regresan a las selvas donde se produce y procesa la coca. Este es un problema que no se soluciona solo con policías y militares, sino con trabajo y salarios dignos. Por ello, el acceso al mercado de los países consumidores debe ser una condición para que podamos luchar eficientemente.
*Diplomático de reconocida trayectoria nacional y mundial.