El Hotel Canoa’s Wonderland es uno de los lugares que acoge a miembros de la Policía Nacional y a ciudadanos en este desastre. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Luego del terremoto del 16 de abril en Ecuador, la ayuda humanitaria no solo ha llegado de manos del Gobierno central. Hoteles y casas de particulares de Esmeraldas y Manabí han abierto sus puertas para acoger a socorristas y damnificados.
Alojamiento, alimentación, uso de instalaciones sanitarias y apoyo son algunos de los servicios dados por estos lugares que han acogido a más de 400 personas en sus habitaciones.
Este es el caso del Grand Hotel Paraíso, ubicado en Atacames. Manuel Alvear, su gerente propietario, comenta que se ha dispuesto el recinto hotelero por los próximos 30 días para ayudar a médicos, especialistas y demás voluntarios que se encuentran de paso por la provincia de Esmeraldas.
Similar es la propuesta de la cadena Royal Decameron Mompiche, que en estos días ha sido un centro de apoyo para más de 30 de médicos, geofísicos y miembros del Ministerio de Salud que se encuentran trabajando en Esmeraldas. A ellos se los ayudó con la alimentación diaria y el hospedaje gratuito.
En las zonas golpeadas por el terremoto, los hoteles que no han sufrido grandes problemas estructurales también se han sumado a esta cruzada solidaria.
Ejemplo de ello es el Hotel Canoa’s Wonderland, ubicado en Canoa y que hasta este viernes ya había acogido a aproximadamente 40 miembros de la Policía Nacional que fueron reubicados en este territorio.
Alejado de los lugares de impacto, pero con el mismo entusiasmo para ayudar, Adrián Proaño abrió las puertas de su hotel en Mindo y de su casa en Quito para recibir exclusivamente a damnificados del desastre.
Él habla que todo esto lo hace por “generosidad y ganas de ayudar en este instante”.
Precauciones
Sin embargo, la ayuda debe contar con la debida coordinación de las autoridades locales para así canalizar correctamente la ayuda de los damnificados. Así lo cree Marcelo Zúñiga, quien en Quito aloja a una familia que perdió sus pertenencias en Manabí.
Él comenta que uno de los primeros pasos que realizó con Pedro Loor, su esposa y dos hijos fue confirmar el estado de su vivienda. Afortunadamente, en este proceso contó con la ayuda de uno de sus cuñados, quien conocía a los Loor anteriormente.
Alvear señala que uno de los principales retos en este momento es ofrecer a los voluntarios y rescatistas espacios donde verdaderamente puedan descansar tras sus labores diarias.
Además, hay que tener en cuenta que la prioridad es abastecer a estas personas con agua y alimentación, dos elementos que se encuentran en escasez en las zonas afectadas.
En el caso de los damnificados, el médico rescatista Andrés Cevallos explica que es recomendable que los dueños de residencias particulares acompañen a los damnificados a chequeos médicos. “Semanas después del desastre es cuando se puede tener un análisis integral del estado de salud del paciente”, concluye.