Fernando Cazón, conocido por sus amigos como ‘Nani’, en la biblioteca del Museo Nahím Isaías. Foto: Enrique Pesantes/ EL COMERCIO.
La poesía de Fernando Cazón Vera se nutre de la curiosidad, de cierto sardonismo y de solidaridad con el género humano, según palabras del propio autor. “La poesía es un fantasma que todo lo cambia de sentido, un demonio intransigente”, es otra de sus definiciones, develada por la periodista Clara Medina en una charla del programa ‘A vuelo de página’, un tributo reciente a la vida y obra del poeta guayaquileño.
El escritor y periodista, nacido en Quito el 5 de junio de 1935, pero quien ha vivido toda su vida en Guayaquil, fue reconocido el mes pasado con el Premio Nacional Eugenio Espejo de Cultura, la más grande distinción que entrega el Gobierno de Ecuador a sus intelectuales.
Guayaquil celebra el Eugenio Espejo del poeta con una serie de homenajes a los que se unirá la Feria Internacional del Libro de Guayaquil (FIL-G), que le rendirá tributo este jueves 6 de agosto, en el marco del evento que se desarrolla hasta el próximo domingo en el Centro de Convenciones de la ciudad .
“El premio me llena de satisfacción, llega a mis 83 años, casi en el ocaso de mi vida y significa un incentivo para seguir produciendo”, dijo el escritor, quien en el 2016 había presentado su poemario ‘De puertas para afuera’, que según dijo entonces podía ser su ‘penúltimo o último’ libro dada su ‘octogenaria’ edad.
Tras una veintena de poemarios y una carrera literaria de más de seis décadas, la Casa de la Cultura del Guayas prepara ahora la edición del su primer libro de cuentos.
Se trata de ‘Balada del amor que no fue’, una colección de relatos de temáticas y tonos tan variados como los de su poesía, dijo. El libro tomará el título del primer cuento, descrito por el autor como “una tradición de fantasmas, de montuvios y de amor”.
“Fernando Cazón es el campeón de las paradojas”, sostuvo la narradora y poeta local Sonia Manzano en el último ‘A vuelo de página’, programa de la Dirección de Cultura de Guayaquil. “Su poesía es profundamente dialéctica, con un manejo asombroso de las antinomias y a través de esa oposición llega el hallazgo lírico, una suerte de tiro de gracia, una estocada o remate contundente. Es una poesía llena de sorpresas”, dijo.
Manzano indicó que Cazón ha roto con los modelos y ha impuesto uno propio y singular, y dijo que si el poeta no ha tenido un mejor cartel a nivel internacional es porque el Ecuador no ha tenido una industria editorial fuerte.
“En la voz de Fernando Cazón hay muchas voces y registros líricos, la voz del enviado o del profeta, la del fusilado o incluso la del onanista, sobre los que ha escrito poemas memorables”.
En sus inicios, Cazón reconoció que fue influenciado e imitaba la poesía del ecuatoriano Jorge Carrera Andrade, se enamoró de sus metáforas y de su forma de ir construyendo otro mundo a través de la palabra, dijo. Leyó desde los 9 años libros como ‘Poeta en Nueva York’, de Federico García Lorca, y también desde muy temprana edad a César Vallejo y el mundo surrealista de las ‘Residencias’ de Pablo Neruda.
Ha explorado el verso intimista y el sardónico, lo metafísico y contestatario; diversos ritmos, versos cortos y largos, coplas, décimas, adivinanzas, juegos idiomáticos y sonetos de estructura clásica, musicales. El tiempo y Dios hacen parte de los temas recurrentes en sus obras, tanto como el amor y la muerte.
“Toda mi literatura tiene la preocupación de Dios, aunque yo crea que no existe”, indicó el autor de poemarios como ‘La misa’, ‘Cajón de sastre’ o ‘La pájara pinta’. Se declara agnóstico. Le atrae la religión por su ligazón con una noción de lo mágico que pervive en los hombres a través de ella. “Todo ese mundo mágico nos sigue envolviendo, es parte de nuestra cultura”.