Investigadores ecuatorianos desarrollaron una herramienta que puede servir en la enseñanza de instrumentos musicales. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Más de cuatro años tardó el desarrollo de la interfaz tecnológica humano-humano, creada por un equipo de investigadores ecuatorianos. Una interfaz es un dispositivo que actúa entre dos elementos, en este caso, entre dos personas.
A través de esta tecnología, una persona está en la capacidad de controlar con sus movimientos, los de una segunda persona.
Marco Benalcázar, experto en inteligencia artificial, advierte que gracias a un sistema desarrollado por su equipo de ingenieros, es posible que un usuario pueda replicar los movimientos que hace con sus manos en las manos de su compañero, sin que este pueda hacer nada para evitarlo.
Para conseguir este efecto, los ingenieros de la Politécnica Nacional utilizan un conjunto de señales eléctricas que producen los músculos cuando se contraen. Estas señales son originadas en el cerebro en la corteza motora, las cuales viajan a través de nervios hacia los músculos. Cuando esto ocurre, los especialistas utilizan un sensor para registrar la señal y luego procesarla.
Como explica Benalcázar, esta señal genera una estimulación muscular en la persona que recibe la señal.
En ese momento, un sensor es el encargado de registrar la información que el cerebro de la persona que ejerce de controlador de movimientos, es capaz de producir. Básicamente, la interfaz humano-humano registra la intención de movimiento.
En esta fase de funcionamiento, los especialistas se encargan de generar una estimulación muscular que es enviada al brazo de la persona que recibe las órdenes para que replique todos los movimientos que son transmitidos.
Benalcázar indica, además, que este proyecto forma parte de una investigación que consiste en el reconocimiento de gestos de la mano.
“Durante la investigación nos percatamos que podíamos utilizar señales para controlar las acciones de una persona.
Esta tecnología sirve para rehabilitación médica, como las extremidades de la mano.
Por ejemplo, si la persona sufre una lesión en sus dedos y tiene que someterse a un proceso de rehabilitación, un médico puede utilizar esta interfaz para controlar el ejercicio o el movimiento de la persona que recibe la rehabilitación de sus dedos.
También se puede aplicar en la enseñanza de habilidades motrices. Así, si una persona está interesada en aprender a tocar la guitarra, pero no es muy hábil con los movimientos, este sistema le permite al profesor transmitir sus movimientos hacia la otra persona y de esta manera acelerar el proceso de aprendizaje.
Esta herramienta tiene un componente de hardware que es básicamente un switch electrónico y, al mismo tiempo, un generador de señales eléctricas que estimula los músculos de la persona que es controlada. También hay un software que procesa las señales eléctricas.
Por otro lado, Iván Aguas, investigador, considera que el objetivo principal de esta herramienta es el poder transmitir ciertas habilidades a otra persona que tal vez no posee mucha destreza en los dedos. Esto es posible, precisa, gracias a que el sistema permite controlar al 100% los movimientos de la otra persona.
Aunque la tecnología funciona bastante bien, todavía tienen que afinar algunos detalles, porque todavía genera ciertas molestias (cosquilleo en los dedos) en quien recibe las instrucciones de movimiento.
Aguas manifiesta, además, que para utilizar este sistema, la persona que envía las órdenes de movimiento debe utilizar una suerte de brazalete que hace posible transmitir las órdenes de una persona a otra.
Benalcázar comenta que este mismo sistema funciona para dar órdenes de movimiento a un brazo robótico.
Víctor Vimos y Álex Oña explican que este sistema se denominaría humano-máquina y básicamente tiene el mismo principio que la interfaz humano-humano. “Según el gesto que realizamos, el brazo robótico es capaz de seguir la secuencia en segundos”.