La azuaya María Tenecela (izquierda) comercializa las muñecas de trapo de la Chola Cuencana. El cuencano Enrique Minchala (derecha) trabaja en alfarería y expone en la Feria del Otorongo. Fotos: Lineida Castillo / EL COMERCIO
Las 25 ferias artesanales abiertas al público por los 198 años de independencia de la capital azuaya ofertan objetos inspirados en las culturas ancestrales y sus tradiciones.
“De nuestros ancestros aprendimos cómo elaborar los objetos con nuestras manos”, dice el cuencano Enrique Minchala. Este alfarero es uno de los expositores del Centro Municipal Artesanal.
Ese espacio reúne a 80 artesanos que elaboran prendas, objetos utilitarios y adornos de cuero, hierro forjado, cerámica, paja toquilla, mazapán, mullos, madera y otras texturas. La diversidad de colores y formas atraen a los visitantes.
Minchala tiene 57 años y trabaja con su esposa Blanca García, de 50 años. Desde hace un mes incrementaron la producción en su taller ubicado en la parroquia rural de Baños y en la feria realizan los acabados con la pintura y decoración.
Noviembre es la mejor época del año para vender sus obras, porque Cuenca es el principal destino de visita en este feriado, dice García. Ellos se organizaron para ubicar otro espacio en la Feria del Otorongo, que se abrió al público el pasado miércoles 31 de octubre de 2018.
De acuerdo con datos del Municipio cuencano, todas las ferias reunirán a más de 3 000 artesanos azuayos y de otras provincias como Pastaza, Morona Santiago y Loja. Pero también llegan de otros países como Chile, Bolivia, Argentina.
Estos últimos participan en el Festival de Artesanías de América, que reúne a 150 artesanos y que estará abierta al público desde hoy hasta el próximo domingo en el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares y en el Barranco del río Tomebamba.
Entre los artesanos que ocuparán el Pabellón Patrimonial están Luz Clara Santi, quien es indígena kichwa de la Amazonía. Ella trabaja en alfarería. También, el joyero azuayo Manolo Jara y los quiteños Walter Pozo (moldeador en mazapán) y el orfebre Germán Campos.
Estas ferias de excelencia son la oportunidad para exhibir las obras, encontrar nuevos compradores e intercambiar experiencias y el talento artístico de otros artesanos, dice Manuel Puglla, textilero del cantón lojano de Saraguro.
Ayer ubicó sus manteles, ponchos y chalinas en su estand en la Festival de Artesanías de América.
La mayoría de las ferias abre hoy, como la Expo Feria Gastronómica y Artesanal en el parque de Miraflores y la de Mujeres Emprendedoras, en la plaza de San Blas. Además, el Festival del Sombrero, en La Merced; Al Otro Lado del Río, en el Paseo Tres de Noviembre y la Expo Azuay en tus Manos, en la explanada del ex-Crea.
Otro espacio es la Expo Feria Gastronómica y Artesanal Chola Cuencana. Allí se exhiben las principales artesanías que se producen en cada una de las 21 parroquias rurales.
Cada exposición reúne a la más completa variedad de adornos elaborados con materiales naturales o reciclados, que captarán la atención de los presentes por la originalidad, señala Tania Sarmiento, directora de la Fundación Municipal de Turismo para Cuenca.
Al igual que el año anterior, el indígena cañari Juan Guamán invirtió USD 500 para participar en la Feria del Otorongo y vender sus diseños en lana de alpaca, como ponchos, chompas, fajas, entre otras prendas de vestir. “El año pasado me fue bien porque hice negocios con clientes que ahora venden mis obras en Quito”.
Él tiene una microempresa en tejidos de textiles y eventualmente ha exportado prendas a Estados Unidos. Para Guamán, estas ferias sirven para promocionar, ahorrar viajes y son la oportunidad para cerrar negocios con los intermediarios.
Todas las ferias tendrán como complemento festivales de música y danza folclórica y, en algunos casos, la quema de juegos pirotécnicos para que los visitantes permanezcan más tiempo en estos espacios.