La tarde de este 21 de agosto del 2017 en algunos lugares del mundo se registró un eclipse de sol total. Foto: AFP
Terminó el momento tan esperado. Finalmente sucedió el eclipse del siglo que deleitó la mirada de los espectadores repartidos alrededor del mundo. Con su belleza visual, atrajo la atención de millones de personas que siguieron el fenómeno desde cientos de ciudades privilegiadas, sobretodo en América del Norte, o por medio de transmisiones online.
Pero más allá de bloquear el paso de la luz, el eclipse solar total generó otras consecuencias. Cambios que atañen al planeta, las condiciones meteorológicas, los humanos y hasta los animales.
Primero, la lógica disminución de la temperatura atmosférica al interponerse la Luna entre la Tierra y el Sol. Para estimar los grados de disminución térmica, la NASA explicó que el descenso fue comparable a la diferencia de temperatura que existe entre el día y la noche en esa época del año. De tal modo, la baja de temperatura pudo rondar entre los 3ºC y 5ºC, según se registró en eclipses anteriores.
Otro de las modificaciones ligadas a la variación de la temperatura es el cambio dirección y velocidad del viento, tal como reveló una investigación de la Universidad de Reading (Reino Unido). Esto sucede debido a que el aire caliente deja de elevarse desde el suelo y se extiende durante el transcurso del eclipse.
Las personas no solo pudieron advertir del fenómeno mirando hacia el cielo. También, aunque prácticamente de manera imperceptible, su cuerpo evidenció el evento. La NASA publicó un comunicado informando sobre un hecho peculiar que ocurrió debido a la influencia gravitatoria de la Tierra, el Sol y la Luna. El efecto hizo que la gente esté más ligera. Una persona de 80 kilos promedio pesó en ese momento unos 48 gramos menos.
En aquel informe, los expertos agregaron que además se generó otra consecuencia: la corteza del planeta aumentó unos 40 milímetros en un área de unos 1 000 kilómetros en la superficie debido a las fuerzas gravitatorias de la Luna y el Sol.
Por último, los animales. En su gran mayoría, los organismos vivos tienen un reloj biológico sincronizado con el ritmo del Sol, por lo que el período de oscuridad los pudo confundir y llevar a actuar como si se tratase de la noche misma. Por ejemplo, en episodios anteriores se observó que los pájaros dejaron de cantar o los murciélagos se despertaron. Sin embargo, esto todavía no está verificado científicamente.