Ciudad Bicentenario tiene 30 manzanas y ahora están en marcha la 22 y 29. Cuestan hasta USD 40 000. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.
Universidades, cadenas de supermercados, colegios, hospitales y centros comerciales proliferan en las periferias de Quito, para brindar servicios a quienes han migrado de las centralidades hacia los valles, y los extremos norte y sur de la ciudad.
Solo el Municipio tiene en la actualidad tres proyectos que suman 1 212 viviendas. Victoria del Sur, en Guamaní; Bellavista de Carretas, en La Delicia, y dos nuevas manzanas del plan Ciudad Bicentenario, en Calderón, albergarán a unas 4 448 personas, considerando familias de cuatro integrantes.
En el Colegio de Arquitectos, entidad colaboradora del Municipio para la aprobación de proyectos de construcción, se han tramitado 2 987 proyectos de conjuntos privados, del 2014 al 2017. La mayoría está en Calderón, valles de Tumbaco y Los Chillos, y en Turubamba.
En el Distrito, el crecimiento urbano se evidencia como un proceso de segregación socio económica que ha formado una especie de guetos, según el secretario metropolitano de Territorio, Hábitat y Vivienda, Jacobo Herdoíza.
El funcionario explica que en Cumbayá, Tumbaco o Nayón, por ejemplo, la plusvalía crece porque tienen cerca a universidades (San Francisco y UDLA) y el acceso a servicios es cada vez mayor, incluyendo la salud, con el Hospital de los Valles. Esto también se refleja en parques, centros comerciales, restaurantes.
Otro factor son las mejoras en la conectividad con la ciudad que han implicado vías como por ejemplo la Interoceánica, la Ruta Viva o la E-35. Quienes compran una casa en condominios en estos sectores suelen tener un mayor poder adquisitivo, para contar con uno o varios autos por familia, y transportarse a la ciudad les resulta más rápido y cómodo.
Herdoíza señala que las élites se han movido con el paso de los años desde el barrio de San Marcos al Barrio América, luego a la av. 12 de Octubre, después al Quito Tenis y siguieron por los valles. La pregunta ahora es: ¿a dónde irán?
El crecimiento poblacional de Calderón alcanza alrededor del 8%, frente al 2,5% que se registra en el área urbana. Esa es la parroquia donde mayor incremento se registra, según Herdoíza. Pero allí hay una mayor explotación de los terrenos porque hay más habitantes en viviendas pequeñas.
El suelo en estas y otras zonas similares es más barato por factores como la distancia o el menor acceso a servicios básicos. Si una familia vive en Zabala o Marianas tardará en cruzar unos 10 a 15 kilómetros entre 30 y 45 minutos, de acuerdo con su medio de transporte.
Tanto los conjuntos habitacionales de interés social, como los de interés público e interés comercial en las periferias le significan a la ciudad costos adicionales, debido a la dispersión, explica Herdoíza. Por eso concluye se debe aceptar que ya no existe una frontera entre lo gris y lo verde.
Este modelo de crecimiento de Quito varía según la localización de proyectos. Para el urbanista Fernando Carrión, en Latinoamérica el crecimiento urbano no se da sobre ciudades sino sobre regiones.
En Quito, este proceso no es continuo sino que va por partes. La zona central alargada tiene un crecimiento menor que en Carapungo, Tumbaco o Conocoto. Agrega que el Censo del 2010 reveló que sectores como La Mariscal, la Villa Flora o el Centro Histórico pierden población y esta va a nuevos espacios en la periferia.
La segregación urbana en Quito estaba fragmentada entre estratos económicos bajos en el sur, y medios y altos en el norte, y empezó a variar a partir de 1970, según Carrión. En esa época empezaron a formarse más barrios en las faldas del Pichincha, el Comité del Pueblo, la Hacienda Ibarra, la Lucha de los Pobres o Pisulí.
Ahora, esta tendencia pasó de los terrenos en los extremos de la ciudad hacia Los Chillos, Tumbaco, la Mitad del Mundo y hasta Machachi, en el cantón Mejía, señala Carrión.