Luis Guapi habla con sus vecinos de San Juan de Turubamba, en el suroriente de Quito. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
La ciudad está cubierta de niebla. Es la estampa que se divisa desde los 3 100 metros de altitud. Con las bajas temperaturas, la ropa se siente como si estuviera mojada; hay que cubrirse con más de una chaqueta y ponerse un gorro de lana.
Este es el diario vivir de las alrededor de 4 000 personas de Manuelita Sáenz, uno de los barrios más fríos de Quito.
El lugar que surgió en los 80, en el sur, comparte el título de uno de los más fríos junto con San Juan de Turubamba, César Argüello y Plan Victoria. La estación meteorológica Izobamba (una de las ocho que hay en Quito) registró en esas zonas la temperatura mínima absoluta de 4°C, el 6 de febrero pasado.
En Manuelita Sáenz, ese dato se tradujo en aumentar el número de cobijas en las camas y, en algunos casos, sumar al atuendo un pantalón térmico bajo el habitual.
Patricio Hinojosa, presidente del Comité Promejoras, dice que aunque en las mañanas el frío es intenso, al mediodía, los vientos helados los sorprenden. En las calles que aún son de tierra, cerca del Atacazo, incluso, hay vecinos que escuchan que el suelo cruje.
Martha Pilataxi, quien vive 35 años en el sector y es coordinadora de la brigada de seguridad, atribuye ese fenómeno a una suerte de capa de hielo.
En el lugar, donde aún se crían gallinas, vacas, borregos, se siembran maíz y coles, el frío se ha sumado a la pandemia para impedir que los vecinos salgan de las casas, más allá de para lo indispensable.
Pilataxi comparte que, entrada la tarde, muchos prefieren acostarse y abrigarse. En especial, los adultos mayores.
Al igual que el frío, las lluvias son constantes, tanto que los pocos espacios cubiertos de las viviendas se convirtieron en tendederos, con la esperanza de que la ropa, lavada días atrás, se seque.
Se suma la complicación para ingresar a las casas por aquellas vías que pasaron de ser de tierra a estar cubiertas de lodo, y por las caídas de taludes. Uno de ellos cayó la madrugada del martes, afectando casas; por suerte, no hubo heridos.
La orografía, la localización, la época del año, la nubosidad y el tiempo de exposición de horas de sol son algunos de los factores para que dichos barrios estén entre los más fríos.
Los últimos días de febrero y lo que va de marzo, una serie de factores atmosféricos se ha acoplado en el país, generando las condiciones para que haya lluvias constantes.
Lo detalla Vladimir Arreaga, especialista del área de pronósticos del Inamhi, quien explica que en zonas como el sur, las temperaturas máximas no han superado los 13 °C. En el norte, en las últimas semanas han llegado a 16, cuando previamente llegaban hasta los 23.
Claro que el técnico recuerda que la urbe, al igual que otras zonas del país, está “en plena estación lluviosa”. Según las estadísticas, se prolongará hasta mediados de mayo.
La Secretaría de Ambiente compara las condiciones climáticas con el 2020, para la misma época, y se puede observar que si bien los valores de temperatura mínimas son similares, los máximos y los promedios sí se encuentran unos dos grados más bajos.
Sin embargo, aclaran que aún son temperaturas que se pueden considerar normales.
Y así como en Manuelita Sáenz buscan la forma de aplacar el frío con más prendas, en San Juan de Turubamba, en el suroriente, uno de los trucos es hervir agua con eucalipto y colocarla en un recipiente en las habitaciones.
Luis Guapi comparte la recomendación. Aunque, para él, todo truco pierde efecto cuando, a las 04:30, debe caminar a la parada de buses para ir a su trabajo, en el sector del Parque de los Recuerdos.
Para la caminata, de unas cinco cuadras y que en estas fechas está acompañada por lluvias, usa botas de caucho. Se las retira al llegar al trabajo y la dinámica se repite al volver.
Hay moradores que deben caminar hasta 10 cuadras, pues hay una línea de transporte y no atraviesa los 25 sitios que conforman San Juan de Turubamba.
José Mora, presidente del sector, habla de la gestión para ampliar la ruta. Lo hace al pie del espacio donde se prevé un parque metropolitano. Allí, Luz Crespo, de 70 años, abrigada con un gorra y un saco de lana, recuerda que los terrenos donde se levantan las viviendas fueron parte de la hacienda Matilde Álvarez. De hecho, aún se puede distinguir la antigua casa de la propiedad.
En ese espacio histórico, cada uno suma un consejo para los días helados: encender carbón, incienso, entre otros.
El frío es un factor importante para la variación del estado de ánimo, dice la Secretaría de Salud de Quito. Puede afectar a la salud mental de algunas personas, con síntomas como irritabilidad, estrés, ansiedad, episodios de tristeza; hasta provoca aislamiento social.
De acuerdo con un informe de la Asociación Americana de Psicología, el clima extremo puede generar reacciones como terror e ira.
Hacer ejercicio, descansar suficiente, no consumir alcohol y otras drogas y buenos hábitos alimenticios son parte de las recomendaciones para contrarrestar esos posibles efectos. Y si se presentan afectaciones significativas se debe acudir a un profesional.
En el caso de la gente de los barrios Manuelita Sáenz y San Juan de Turubamba, el sentir es común: “Ya nos acostumbramos a vivir con el frío”.