David Álvarez recibió el impacto de un perdigón en su ojo izquierdo durante la manifestaciones el pasado 12 de octubre de 2019. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
David Ricardo Álvarez Salazar tiene 33 años y es vendedor ambulante. El sábado 12 de octubre del 2019 recibió un impacto de perdigón en el ojo izquierdo y una bomba lacrimógena en el tobillo,en medio de las manifestaciones en contra de las medidas económicas que incluían la eliminación del subsidio a los combustibles, en Quito.
Su familia lo cuida mientras se recupera para retomar su trabajo.
Este es su testimonio:
“Estuve el sábado 12 de octubre en las manifestaciones. Esa tarde, de un momento a otro, se dispuso temprano un toque de queda y los policías empezaron a disparar. Lamentablemente apuntaron a la gente, sin sentido.
Recibí un bombazo en el tobillo y un perdigón en el ojo. La zona estaba rodeada de policías y no podía salir hacia la avenida 12 de Octubre.
Yo trataba de protegerme detrás de otras personas. A lo que dispararon le dieron a una tabla, la rompieron y me dieron en el ojo.
En la Casa de la Cultura había una enfermería. Me desperté ahí, porque cuando recibí el impacto perdí el conocimiento.
Los médicos y paramédicos me dijeron que no podía irme, que tenían que hospitalizarme. Me dijeron que tenía un ojo muy mal, una herida grave.
Me trasladaron al hospital Eugenio Espejo y ahí me hospitalizaron. Los médicos no me han dicho casi nada.
Han hablado con mi esposa, que es la que me ha estado acompañando. Ella es la que ha hablado con los doctores y me informó que ellos van a hablar después conmigo, pero que debo tener el corazón duro cuando me digan lo que va a pasar con mi ojo. La verdad es que yo ya no veo.
Soy vendedor informal. Vendo estos rompecabezas. Hay unos que pagan menos, pero hay gente que me paga hasta 5 dólares cada uno. También los vendo en 3. Al día me ganaba entre 20 y 25 dólares.
Los rompecabezas son didácticos y sirven para que los niños se entretengan. Recorría almacenes, negocios por el sector de La Y.
No puedo salir a trabajar porque no puedo recibir sol y el polvo me genera infección. Además, tengo mareos.
Mi mamá me ayuda cuidándome en esta casa mientras me recupero. Yo vivo en otro lugar, pero acá me cuidan.
Yo me manifesté porque me afectaba directamente el alza de pasajes. No tengo dinero, mis tres hijas deben seguir preparándose”.