El voluntariado es una fortaleza para el Museo Otavalango

Rosa Espinoza enseña a una turista a elaborar las fibras de lana de oveja, previo al tejido, mediante técnicas antiguas. Foto: cortesía Museo Otavalango.

Rosa Espinoza enseña a una turista a elaborar las fibras de lana de oveja, previo al tejido, mediante técnicas antiguas. Foto: cortesía Museo Otavalango.

René Zambrano hace una demostración de la tejedora de cintura o ‘callua’, que se usaba en la época de la Colonia. Foto: cortesía Museo Otavalango.

Una antigua puerta de madera permite el ingreso al interior del Museo Otavalango.  Hay ocho salones distribuidos en una casona, de gruesas paredes de adobe, en donde alguna vez funcionó la ex Fábrica San Pedro. El inmueble está ubicado en el norte de la ciudad de Otavalo, en Imbabura.

“Aquí se producían las mejores cobijas del Ecuador”. Así rememora René Zambrano, exobrero de la factoría y presidente de la organización comunitaria que maneja el actual centro, especializado en mostrar la cultura y tradiciones del pueblo kichwa Otavalo.

En cada área hay herramientas y utensilios de actividades como tejidos, fiestas populares, prácticas tradicionales de parteras y chamanes y el comercio, entre otros, que han dado fama a los otavaleños.

Al ingresar por los pasillos y salones es como trasladarse al pasado. En las paredes color blanco hay fotografías amarillentas de celebraciones, personajes y paisajes.

De uno de los salones escapa el ritmo suave y armonioso de una flauta traversa. José Antonio Saranci interpreta el instrumento, elaborado con un carrizo de la zona. La música atrae a los visitantes. Los atrapa y cautiva por un momento.

En el lugar hay un sinfín de instrumentos de viento y cuerda. A este centro de etnografía e historia se le denomina también museo viviente, porque los guías, como Saranci, muestran con la práctica el funcionamiento de los artefactos.

“La música es parte de la vivencia diaria de los Otavalo. Tenemos música para todo. Hay ritmos para caminar en el campo, para las fiestas, para alertar a la gente, para correr, para llorar a los muertos...”, explica el artista popular.

Rosa Espinoza enseña a una turista a elaborar las fibras de lana de oveja, previo al tejido, mediante técnicas antiguas. Foto: cortesía Museo Otavalango.

Otro espacio está dedicado a los tejidos artesanales. René Zambrano enseña a los turistas cómo se enlazan las fibras de lana de oveja para dar forma a cobijas y ponchos, en un telar manual de madera.

También hace demostraciones en un telar de cintura o ‘callua’. Mientras trabaja, sentado en el suelo, explica que esta herramienta se utilizaba antes de la llegada de los españoles.

En otro salón se exhibe la vestimenta típica de mujeres y hombres kichwas. También hay trajes de fiesta. Entre todos resalta el del Coraza, que representa a los antiguos caciques o líderes indígenas.

La indumentaria es blanca y está repleta de cadenas, medallas doradas, mullos multicolores, monedas perforadas...

Luzmila Zambrano, directora del museo, explica que se abrió este espacio no solo para que los turistas conozcan más sobre los indígenas.

El principal objetivo , asegura, fue rescatar y fortalecer la cultura kichwa de Otavalo, que se estaba perdiendo en las nuevas generaciones.

Para el desarrollo de este museo es clave el apoyo de los comuneros y voluntarios extranjeros, que se enamoraron del proyecto, señala Luzmila.

Entre otros están personajes como Allison Marie Tobert, quien contrató la elaboración de un mural que hoy adorna el muro exterior del museo.

También Elaine Liang, pasante de Global Citizen Year, que dictará cursos de inglés, desde el próximo mes.

Y Nata Blume, una activista que invita a una minga para reparar el Museo Otavalango, entre el 24 de noviembre y el 8 de diciembre próximo.

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