Tuntiak Nunké recibe un promedio de 10 turistas al mes. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
Cinco familias de la parroquia Asunción, en el cantón Sucúa (Morona Santiago), impulsan el turismo comunitario en la reserva ecológica Tuntiak Nunké. Desde hace un año aprovechan sus 43 hectáreas para generar ingresos, revalorizar su identidad y conservar la naturaleza.
Los shuar ofrecen caminatas, baños de lodo, ceremonias en cascadas, limpias, comida típica y avistamiento de aves.
El 17 de noviembre, los universitarios azuayos Jaime Bravo, Jéssica Mukuimp y Daniela Carvajal llegaron para elaborar una investigación.
A Mukuimp, quien tiene ascendencia shuar, también le interesó conocer algo más sobre sus raíces. El guía Wilbor Cueva los acompañó en la caminata de 40 minutos. Ellos visitaron una vivienda shuar de tabla y cubierta de hojas de palmeras. En el trayecto, Cueva contó que los shuar son un pueblo guerrero, que conservan sus costumbres y tradiciones.
Cuando dieron la bienvenida, los esposos Sandra Unupi y Galo Puwainchir y sus cuatro hijos llevaban una lanza en sus manos y vestían su ropa típica. “De esta forma, decimos que mientras permanezcan en esta comunidad nosotros les protegemos”, dijo Puwainchir.
Unupi pintó líneas en las mejillas de los visitantes con el ipiak (achiote). Ella explicó que cada trazado facial se relaciona con la personalidad y representa la comunicación con su dios Arutam, que vive en las cascadas y que llega al shuar por medio de los ríos.
Según Ambrosio Puwainchir, líder y chamán de este proyecto turístico, sus antecesores pintaban el cuerpo con líneas negras de los animales fuertes de la selva como el tigre o la anaconda. También dijo que la pintura facial era usada para la guerra y, ahora, en las fiestas y rituales.
Los shuar llevaron a los estudiantes cuencanos a la primera cascada de la reserva, que está cercada con piedras gigantes y vegetación. Ambrosio y Galo Puwainchir pidieron permiso al dios Arutam para ingresar.
El sol era intenso, pero los árboles y el aire refrescaron el ambiente. Los nativos inhalaron un racimo de plantas de la zona y compartieron con los turistas. “Esto limpia todo el conducto nasal interno para disfrutar del aire fresco y alejar las enfermedades”, dijo Galo Puwainchir, quien fue el primero en bañarse en la cascada.
En este sitio, Ambrosio también realiza baños energéticos de curación y sanación a los turistas. Su padre le transmitió los conocimientos y sabiduría de un chamán.
Al regresar a la choza shuar, Sandra Unupi esperó con una limonada y ayampacos de pollo (carne envuelta en hojas de bijao) preparados a la brasa y acompañados con plátano y yuca. Los turistas disfrutaron de ese plato, que se condimenta con sal y plantas aromáticas.
La siguiente actividad fue un recorrido por el aja shuar, que es la huerta donde se cultivan papas, yuca, plátano y granos. Bravo, Mukuimp y Carvajal también conocieron las propiedades medicinales del cacao de monte, palmito, ajo macho, entre otras plantas.
La jornada terminó con una tarde de integración, con música y baile en la que también participaron los turistas. “Hemos disfrutado de este día, rodeados de naturaleza”, dijo el guía. Al final, los visitantes adquirieron artesanías shuar como collares, pulseras y llaveros en semillas de plantas y fibras naturales.