La Floreanita, una marca que impulsa a toda una parroquia

La gente recibe clases durante las tardes. Cuentan con máquinas de coser donadas por el Municipio de Riobamba. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

La gente recibe clases durante las tardes. Cuentan con máquinas de coser donadas por el Municipio de Riobamba. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

La gente recibe clases durante las tardes. Cuentan con máquinas de coser donadas por el Municipio de Riobamba. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

Nachaks, una flor amarilla, característica de los montes de la parroquia Flores, situada a 30 minutos de Riobamba, es el ícono central en el logotipo de la marca artesanal La Floreanita. Al menos 10 emprendimientos familiares y asociaciones forman parte del proyecto que impulsa el Gobierno Parroquial.

La marca incluye blusas bordadas con hilos de colores, decoraciones, accesorios como collares y fajas, y otras artesanías que se elaboran en los talleres comunitarios y en las casas de los emprendedores.

Todos los productos contienen símbolos de la cosmovisión andina, que representan la identidad de la parroquia. Jóvenes y adultos que se capacitan en los talleres comunitarios participan en el proyecto.

El objetivo es unirse para conseguir precios más justos, mercados para exhibir sus prendas y recuperar los conocimientos ancestrales sobre bordado que empezaron a perderse con la llegada de las grandes industrias textiles.

La idea surgió cuando los comuneros notaron el impacto de los logotipos de marcas extranjeras en los jóvenes. Así que pensaron en diseñar un logotipo propio que represente la identidad indígena.

“Es un proyecto con doble intensión, queremos mejorar los ingresos económicos y la calidad de nuestra gente, y a su vez difundimos el nombre de nuestra parroquia. Un proyecto futuro es emprender con el turismo comunitario”, afirma Alberto Guzñay, presidente de la Junta Parroquial.

El proyecto se inició en el 2012. Ese año un grupo de jóvenes, quienes se capacitaban en tejidos, bordados y elaboración de artesanías en el taller comunitario, le propuso la idea al Gobierno Parroquial.

El objetivo inicial fue buscar una alternativa a la única actividad económica que sostenía a los habitantes de las 27 comunidades indígenas que integran la parroquia, la agricultura. Pero luego se amplió.

“No tenemos agua de riego, por eso los cultivos no prosperan y la gente empezó a migrar a las ciudades. Los pequeños poblados empezaron a quedarse vacíos y se perdió la fuerza laboral”, cuenta Guzñay.

Pero lejos de mirar la migración como un problema, los emprendedores lo miran como una oportunidad para fortalecer el negocio y ampliar los canales de distribución. La idea es vincular a los parroquianos que migraron a las ciudades, e incluso al extranjero, para convertirlos representantes de la marca y vendedores.

Al momento, el emprendimiento cuenta con un primer punto de ventas situado en el centro de Riobamba, pero el objetivo es abrir más locales en otras ciudades como Ambato, Quito y Guayaquil, donde se encuentra la mayoría de migrantes de la parroquia.

La microempresa, que se oficializó en noviembre del 2015, ofrece prendas de vestir como blusas bordadas con las flores sagradas de la comunidad, la que más se destaja es la flor de Nachaks. Esta es la planta más representativa del sector y la razón del nombre de la parroquia.

También se elaboran bayetas tejidas, camisones y fajas, que cuestan entre USD 30 y 50. El público objetivo para esos productos son las jóvenes indígenas que migraron a las ciudades, por eso los diseños combinan la moda contemporánea con la vestimenta originaria de los abuelos.

“Es moda sin perder la identidad. Diseñamos prendas con escotes, transparencias y otros detalles que la hacen atractiva para las jóvenes, pero conservamos las figuras bordadas que son significativas para nuestra cultura y los colores”, cuenta Rosa Remache, una de las artesanas.

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