Emiliano, Olivia, Valentina y Pietro no se conocen, pero repiten una misma frase. “Las mujeres son fuertes”, dicen los niños de 4, 5, 9 y 10 años, quienes conversaron con EL COMERCIO sobre los logros que puede alcanzar una mujer, sus actividades y derechos.
Emiliano tiene un pizarrón en el que quiere plasmar una idea. Aún no puede escribir, así que dibuja a su madre Paola Cevallos, con un paquete. Luego le pide a ella que escriba la idea sobre sus trazos: “mi mamá levanta cosas pesadas”.
La compara con la medallista olímpica Neisi Dajomes. El niño cuenta que cuando llegan a casa, su mamá lleva paquetes y, además, lo carga a él, dormido.
En el país hay cuatro millones de chicos de 0 a 11 años. Entre ellos están quienes ven a Dajomes como una referencia de fortaleza y del ejercicio de derechos de las mujeres.
Olivia se sintió tan orgullosa, que le escribió una carta. “Le dije que es una campeona”.
La niña considera que Neisi representa que no hay tareas para hombres y para mujeres. “Todos somos iguales”, dice. Y pone un ejemplo de trabajo compartido. “Mi abuelito Paco lava los platos unos días y otros lo hace mi abuelita Rosi”.
También tiene algunas preocupaciones en cuanto a la igualdad. Cuenta que al ver en televisión a las mujeres afganas le dio tristeza. “No pueden ser libres”, dice Olivia.
¿Por qué? Hay muchas cosas que no pueden hacer, dice. Por ejemplo, estudiar como ella.
La directora del Centro de Apoyo y Protección de los Derechos Humanos Surkuna, Ana Vera, señala que el derecho a la educación se forja desde la infancia y se concreta a lo largo de la vida de las mujeres.
La educación no es solo formal, dice, sino también para la vida. “Desde pequeñas somos criadas para hacer determinadas actividades y no otras”.
Con educación, señala, se evitan estereotipos como aquel de que las mujeres son débiles o dependen de los hombres para ciertas cosas.
En el sistema educativo del país hay 4,3 millones de alumnos (2,1 millones son mujeres). “La educación para todos es fundamental; para que los niños aprendan a compartir tareas del hogar y las niñas a ser autónomas, lo cual también es un derecho”, señala Vera.
A sus 9 años, Valentina entiende el concepto del derecho a la autonomía. Dice que significa independencia. “Las mujeres nos encargamos de hacer nuestras cosas y no esperamos que otros las hagan por nosotras”. En un cartel decorado con colores, la niña escribió que además de ser mujer ella es capaz y fuerte.
Esta semana generó polémica en redes sociales la opinión de un presentador radial, que fueron considerados sexistas por la Defensoría.
Además, se generó un debate sobre los estereotipos que refuerzan la idea de que las mujeres son responsables de las tareas domésticas. A las medallistas Neisi Dajomes y Tamara Salazar y a la ganadora del diploma olímpico, Angie Palacios, les preguntaron en una entrevista televisiva si saben cocinar y lavar platos.
“Todos, hombres y mujeres, deberíamos hacer lo que sea, lo que nos guste”, opina Valentina, al igual que Pietro, quien cuenta que sabe cocinar arroz.
“Que las mujeres cocinen y jueguen fútbol si quieren, y los hombres también, porque todos somos iguales”, dice el niño de 10 años. Además, piensa que “no hay nada que no puedan hacer las mujeres”.
En esto coincide Olivia. Ella dice que quisiera aprender a construir casas. Además, cuando pasea en su bicicleta se siente fuerte como Richard Carapaz. “Podemos ser bomberas, policías o granjeras”.
Según ONU Mujeres, más participación de las mujeres en la fuerza de trabajo produce un crecimiento económico más rápido en los países.
En Ecuador, las mujeres ocupan puestos directivos, aunque en menor proporción que los hombres. En la Asamblea, por ejemplo, hay 52 legisladoras mujeres, que representan el 38% de las 137 curules.