Inseminación casera, una opción de las parejas homoparentales
María (der.) observa a su esposa Denisse y a su hija Raphaella, mientras juegan en el parque de su conjunto, ubicado en Guayaquil. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
Su llegada fue anhelada. María y Denisse intentaron por casi tres años concebir a su hija, Raphaella. La pequeña nació en octubre de 2019, pero en su partida de inscripción no constan todavía los apellidos de sus dos madres.
El freno para cumplir con este procedimiento -que usualmente toma minutos en el Registro Civil y que otorga, entre otros, el derecho de identidad- fue que ellas no contaban con un certificado del médico que realizó el proceso de reproducción humana asistida.
Este requisito es necesario para realizar la inscripción del nacimiento de los hijos de parejas homoparentales , sostiene la Dirección General de Registro Civil, Identificación y Cedulación.
Las parejas homoparentales pueden estar conformadas por dos hombres o por dos mujeres que se convierten en progenitores.
Según la entidad, la sentencia de la Corte Constitucional de mayo de 2018 sobre el caso Satya -hija de dos mujeres- estableció esta regla.
En la realidad, las familias homoparentales no siempre recurren a una clínica especializada para concebir a un hijo. María y Denisse decidieron hacer algo más íntimo y menos costoso. Optaron por la inseminación casera.
Con un kit adquirido en Estados Unidos y el semen de un donante cercano, la pareja intentó en cinco ocasiones que María quedara embarazada. Para tener resultados positivos, la madre biológica, que tiene ahora 36 años, dejó incluso de usar cremas y perfumes, para que esos químicos no alteraran su cuerpo y truncaran su sueño de convertirse en madre.
En su intento, la pareja llevaba un registro muy detallado de los días fértiles de María para saber cuándo realizar el procedimiento.
“Procurábamos que la temperatura del dormitorio sea la adecuada, que todo se encontrara limpio para colocar el semen fresco de nuestro donante”, recuerda Denisse.
Esta técnica artesanal, que es popular en España, Estados Unidos, Chile y otros países, no es ajena a las familias homoparentales. El paquete, que incluye una jeringuilla especial, recipientes recolectores, una férula, lubricante y otros, cuesta alrededor de USD 40.
Por ser un proceso más asequible, comparado con una fertilización asistida, que puede bordear los USD 7 000, las familias diversas emplean esta técnica, menciona Diana Maldonado, activista de derechos humanos.
Esta explicación no convenció al Registro Civil. Por esto, María y Denisse acudieron en diciembre de 2019 a la Defensoría del Pueblo, para presentar una acción de protección por la vulneración de los derechos de su hija.
“Nos preocupaba la identificación de Raphaella, por seguridad. Si ella se extraviaba, no hubiesen existido registros”, dice Denisse.
Ante la demora del proceso legal y la necesidad de contar con la partida de nacimiento de la pequeña, para que contara con cobertura de salud, ingresara a maternal, gestionar su visa y otros… María se vio forzada a inscribir a la niña en noviembre pasado como hija de madre soltera, pese a que está casada con Denisse hace más dos años.
La sentencia a favor de Raphaella llegó semanas después, en diciembre pasado. La Corte del Guayas declaró la vulneración del derecho a la identidad y ciudadanía de la pequeña y ordenó al Registro Civil inscribirla de manera “inmediata” con los apellidos de sus dos madres, en el orden que ellas decidan, independientemente del método de concepción utilizado.
Para Alan Ávila, magíster en Derecho Constitucional, esta sentencia representa un “gran avance” para las familias diversas, porque genera un precedente y garantiza sobre todo la identidad de los niños, al margen del método de fertilización usado por sus progenitores. “A las parejas heterosexuales el Registro Civil no les piden justificar cómo procrearon a su hijo”.
Hasta ahora, esta resolución judicial no ha sido suficiente. El Registro Civil solicitó a la Corte una aclaración para saber cómo proceder en este caso, porque la niña se encuentra inscrita. Raphaella consta como hija de madre soltera, aunque la pequeña sabe que en su hogar la cuidan su mamá María y su mamá Dennise.
‘La sentencia admite la realidad de las familias diversas’
Silvia Buendía abogada en Derechos Humanos
En la sentencia del caso de Raphaella, cuando la Corte Provincial de Justicia reconoce que no necesariamente todas las parejas homoparentales deben ir a una clínica de fertilización para procrear, se está admitiendo una realidad. Parejas de mujeres pueden perfectamente hacer una inseminación casera con semen donado. Esta muestra se coloca en una jeringuilla y en su misma cama pueden hacer la fertilización que, a veces, si la mujer es fértil, es tan efectiva como hacerla en una clínica. Pese a todo esto, el Registro Civil, sigue negándose a inscribir a los niños de las familias diversas, mediante la exigencia de un certificado médico; y deja afuera a las parejas que usaron otro método para tener hijos.