Guayaquil ha dejado lecciones en el arte urbano que la catedrática e investigadora de la rama María Fernanda López tomó como ejemplo y revirtió a favor de los artistas de la calle en el sexto aniversario de su cátedra.
Para celebrar los seis años de la cátedra de Arte Urbano, que fundó y ofrece en la Universidad de las Artes, hizo todo lo que el Municipio olvidó al implementar millonarios contratos como Letras Vivas, que costó cerca de USD 400 mil o los murales de la calle Panamá, en los que el contratista subcontrató a los artistas de verdad.
Mafo López, como la conocen en el ‘art street’, llamó a aquellos que pintaron para que otros se lleven los créditos de los murales realizados y puso en marcha el empoderamiento de estos artistas con murales que ahora se muestran en los edificios de El Telégrafo, la Gobernación, en el pasaje Illingworth y Manzana 14, dejando como resultado lo que describe como “esfuerzo heroico e histórico”.
El proyecto Haciendo calle consistió en la intervención de un área de 400 metros en los que en paredes fueron plasmados murales artísticos. López fue la curadora de las obras de artistas ecuatorianos y otros invitados de México y Colombia.
La reivindicación del arte urbano
López ha sido especialmente crítica con las intervenciones por contrato de compras públicas del Municipio (sin convocatoria, sino a dedo) y su forma de mirar el arte urbano, de inclusión, de reivindicación, le ha valido detractores a nivel de la academia.
Sin embargo, está convencida de que puede haber políticas públicas que reivindiquen el escenario de hoy. Pone como ejemplo a Quito, donde fue miembro de un comité técnico en el que se elaboraron políticas públicas en favor del reconocimiento de los artistas.
Lo logrado en la Universidad de las Artes ha sido a punta de “voluntad política” de algunos funcionarios como el rector, William Herrera, que dio luz verde a la iniciativa de esta catedrática que ofrece su clase en cinco paralelos y confirma que la calle es su religión.
Un equipazo al frente
Daniel Ochoa, Camila Calderón, Mono Cromo y Amber Arias son algunos de los autores de los 10 murales que tiene la muestra, que miden seis metros de ancho por seis de alto aproximadamente.
Larissa Espinoza, de 22 años y egresada de Artes Visuales, logró una intervención de un niño que juega con la estructura del edificio. “Ha sido una experiencia gratificante, nunca había tenido la oportunidad de poder realizar murales en esta universidad. Es una gran experiencia poder intervenir las paredes”.
John Herrera, de 26 años, tomó fotos a las casas antiguas de adobe rescató la memoria del barrio para luego trasladarlo a la pintura. “Es algo que debería hacerse siempre. Mostrar lo que hacemos, que tome vida una pared, que se vea que hay artistas”.
El sexto aniversario de la cátedra también ha mostrado una investigación del chapeteo y la letra pandillera guayaquileña, además de agendar actividades como talleres de fanzines, tertulias y otros.
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