El director suizo Emmanuel Siffert dirige este jueves 31 de enero del 2019 los ensayos de la Orquesta Sinfónica Nacional de Ecuador en la Casa de la Música de Quito. Foto: EFE.
La Orquesta Sinfónica Nacional de Ecuador (Osne) estrena este viernes 1 de febrero del 2019 un concierto para flauta y orquesta, del joven autor local Eduardo Florencia, compuesto especialmente para el flautista quiteño Luciano Carrera, bajo la batuta del director suizo Emmanuel Siffert.
El concierto que interpreta la Sinfónica ecuatoriana tendrá lugar en la Casa de la Música de Quito, e incluye también obra del finlandés Jean Sibelius, y la Sinfonía número 3 del alemán Max Bruch.
Siffert, que estuvo al frente de la Osne entre 2007 y 2009 y ha sido director invitado en varias ocasiones, y Carrera, flautista principal de la Osne durante más de 50 años, coincidieron en afirmar que la música representa la seña de identidad de un pueblo, y que es un deber de las orquestas sinfónicas promocionar a compositores locales.
El maestro suizo (Friburgo, 1967) dirige en la actualidad la Orquesta Sinfónica de San Juan de Argentina, aunque participa como director invitado en orquestas sinfónicas y filarmónicas de todo el planeta, desde Europa hasta América Latina.
Respecto a este concierto, apuntó que ha escogido “obras que sean lindas de tocar para los músicos, y que sean muy lindas para escuchar por el público, porque un concierto sin público no tiene sentido”.
Por su parte, Carrera (Quito, 1948) contó que su convicción es “promocionar composiciones ecuatorianas“, algo a lo que se ha dedicado en su trayectoria por diferentes partes del planeta, y que suele interpretar partituras nacionales en cada una de sus presentaciones, lo que repetirá el viernes como solista con el concierto de su compatriota Florencia.
El virtuoso del piano Eduardo Florencia, nacido en 1985, y reconocido con varios premios, es compositor residente de la Osne con la que ha estrenado varias de sus obras orquestales, algunas de las cuales han sido interpretadas en festivales y encuentros musicales en diferentes países de la región.
Para Carrera, en Latinoamérica hay un auge de la música clásica, “y esto también ha motivado la creación de composiciones locales que se tocan en todas partes del mundo”.
Razonó que, desde mediados del siglo XX, se ha incrementado el “interés de fomentar la música partiendo del conocimiento de los grandes maestros universales” como Bach, Mozart o Beethoven.
El conductor suizo consideró que en este continente el público “valora mucho la música clásica“, hasta el punto de que sus conciertos en Argentina siempre cuelgan el cartel de “no hay entradas”.
“En América Latina todo es un poco más lento: aquí tenemos cinco ensayos de cuatro horas, y en Europa hay menos ensayos, por ejemplo”, matizó Siffert sobre las diferencias entre cómo se vive la música clásica en su continente natal respecto a Latinoamérica, con sus propios ritmos, que dijo que “le parecían bien”.
Según él, siempre se necesita la música clásica ya que “es un mensaje que llega al corazón del público” y es “para todos”, independientemente de la clase social a la que pertenezcan, y consideró un deber de las sinfónicas del mundo transmitir esa idea.
“La música clásica no es para la élite, es para todos. Siempre ha habido este cliché, siempre para la clase alta, pero no es así”, opinó el director en un breve receso de los ensayos del concierto.
A este respecto, Carrera explicó que la música ha sido considerada siempre como un espectáculo destinado a las clases altas debido a la imposibilidad de las menos pudientes de “conseguir el ambiente para escuchar la música clásica”, tanto en las escuelas como en las familias.
“Ha faltado una difusión de parte de los medios de comunicación: las radios, por ejemplo, deberían dar no solamente un espacio para fomentar la música universal, sino también para la música que está académicamente hecha por compositores ecuatorianos”, agregó el maestro, que entró a formar parte de la Osne con solo 14 años.
Pero esas diferencias no se ven en la creación musical, ni en los sentimientos que despiertan esas composiciones en el gran público y en aquellas personas que se dedican a la música como forma de vida.
Y es que, tal y como le dijo a Luciano Carrera el presidente de Costa Rica durante la Revolución Musical de los 70, José Figueres, “hay muchos alumnos, cierto, y posiblemente no todos vayan a ser profesionales de la música, pero sí les garantizo que van a ser buenos ciudadanos”.