La nueva publicación del dramaturgo Santiago Roldós reúne seis textos que ha trabajado en los últimos años. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Para el director y dramaturgo Santiago Roldós, el teatro es un juguete; uno que necesariamente tiene que ser desarmado y vuelto a armar a través de una serie de diálogos y encuentros colectivos.
Esta idea sobre el teatro es la que permea los seis textos que son parte del libro ‘Juguetes cerca de la violencia’. Aquí se incluyen las piezas: Palabras contra el silencio; Karaoke Orquesta Vacía; Pequeño ensayo sobre la soledad; De la vulnerabilidad de algunas de nuestras pequeñas grandes empresas; Elizabeta, la princesa en patineta; La historia más triste del universo (bueno, no exactamente). A pesar de que los textos que forman parte de esta publicación fueron escritos y firmados por Roldós, estos son el resultado de un extenso trabajo de improvisación y juegos escénicos con actrices y actores profesionales e improvisados.
A criterio del dramaturgo guayaquileño, estos textos son como “pequeñas piezas poéticas” que provienen de ejercicios teatrales realizados por otras personas. En el caso de ‘Palabras contra el silencio’, esos otros fueron los migrantes ecuatorianos en España, de la Asociación Rumiñahui.
Roldós cuenta que, entre el 2001 y el 2002, él y Pilar Aranda mantenían en Madrid un taller semanal con un grupo amateur de ecuatorianos que habían huido del desfalco económico de finales de los noventa. Era personas que trabajaban en la construcción y en el servicio doméstico y que pensaron que el teatro sería una herramienta para contar cosas que necesitaban decir.
En Elizabeta, la princesa en patineta y en La historia más triste del mundo (bueno, no exactamente), esos otros fueron los niños y niñas que forman parte de sus talleres. Roldós aclara que en Muégano no se hace un teatro infantil en el sentido convencional del término, sino uno en el que se cuestiona a la represión y el control como formas efectivas de crianza y se propicia la liberación de sus potencialidades.
Entre las cosas que develan los textos de este ‘juguete’ literario están el control y la violencia que se ejerce sobre los cuerpos de las personas. Sobre esta idea se vuelve una y otra vez a través de lo lúdico, cargado de humor. “Como tengo mucha influencia de Brecht entiendo al juego como algo necesario. Veo al teatro como un espacio sagrado de juego”.
Los textos que completan la publicación son el prólogo escrito por Rubén Ortiz y el epílogo por Arístides Vargas.
En el texto titulado Obras, Vargas -sin duda uno de los dramaturgos más importantes del país- sostiene que el teatro de Roldós es una tragedia que no quiere o no debe asumirse como tal. Sobre Karaoke Orquesta Vacía dice, por ejemplo, que es trágica y que su humor es profundamente melancólico. Al respecto, el autor sostiene que en tiempos donde el drama está tan vilipendiado, él apela a la comedia, que es el resultado de la tragedia más una dosis de distancia.
Para Vargas, la más inquietante de las obras es Pequeño ensayo sobre la soledad. Argumenta que, aunque fue pensado para un público infantil, es una historia que llega mucho al público adulto. “El autor -escribe- emplea la mirada del niño, para ahondar en el universo de los padres e hijos, una circularidad familiar donde los padres se hablan a sí mismos tratando de explicar lo inexplicable”.
Roldós viene de una generación de artistas que han proclamado que el teatro no es el texto y donde las nuevas dramaturgias se conciben más allá de su existencia. Él sostiene, por su parte, que estos textos no son solo palabras sino espacios que aluden a los cuerpos de los actores. “Piezas arqueológicas a las que se les puede imprimir vida”.