La fibromialgia es una enfermedad crónica que produce dolor generalizado en músculos y articulaciones. Además, añade síntomas desagradables que empeoran la calidad de vida de los pacientes, entre ellos cansancio, insomnio y algunos problemas de estómago, entre otros.
“Puede llegar a incapacitar a las personas y dificultar tanto su actividad diaria como su desarrollo en las distintas áreas personal, social, laboral, familiar y económica”.
Así lo subraya la doctora Tamara Rodríguez Araya, médica especialista en Reumatología y portavoz de la Sociedad Española de Reumatología (SER).
La también coordinadora de la unidad de Dolor Crónico y Fibromialgia del Servicio de Reumatología del Hospital Clínic de Barcelona precisa que los síntomas principales son el dolor y la fatiga o el cansancio. “A veces, estos son tan intensos que el paciente no se ve capaz ni de salir de la cama”.
Según la experta en fibromialgia, el dolor puede aumentar hasta el punto de que un abrazo o un apretón de manos no lo soporten e, incluso, que un simple roce les resulte desagradable. “Dependiendo del momento o del paciente, unas veces predomina el dolor sobre el cansancio o viceversa”.
Además, afirma que hay una larga lista de síntomas que pueden acompañar a los descritos anteriormente, como el insomnio o la dificultad para dormir bien, problemas intestinales (diarrea, estreñimiento, hinchazón después de comer, gases en exceso…).
También erupciones cutáneas sin causa aparente, sequedad de ojos o de boca, alteraciones cognitivas como falta de atención o de concentración, u otros como dolor de cabeza, mareos, pérdida de fuerza y sensación de debilidad.
De cada cuatro mujeres se diagnostica a un hombre
La doctora Rodríguez señala que, en España, la prevalencia de fibromialgia se estima en un 2,1% aproximadamente. Es más frecuente en mujeres que en hombres, con un rango de 4 a 1. Es decir, por cada varón diagnosticado de fibromialgia se diagnostican cuatro mujeres.
“No se conocen con exactitud las causas, pero parece que existen factores hormonales que contribuyen a este hecho”, indica.
La dolencia puede aparecer a cualquier edad, aunque la experta reconoce que es más frecuente en mujeres de mediana edad, entre los 30 y los 50 años.
Sin embargo, también puede diagnosticarse en adolescentes o en mujeres posmenopáusicas. Aunque, lo habitual, es que después de los 65 años las causas de dolor crónico generalizado sean diferentes a la fibromialgia, y se deban a motivos más degenerativos. Por ejemplo, artrosis o problemas mecánicos de columna.
De momento, se desconoce el origen de la enfermedad, según indica la portavoz de la SER, aunque reconoce que se han planteado varias teorías como la posible causa genética, la neurológica (como un traumatismo cerebral), la vía autoinmune, o por ejemplo las casas infecciosas, entre muchas otras.
“La que está más en boga hoy en día y que ha sorprendido a toda la comunidad sanitaria es la de que, a pesar de que era una posibilidad prácticamente descartada, tenga una etiología autoinmune. Es decir, que nuestras propias defensas estén atacando partes específicas de nuestro cuerpo y generando la enfermedad”, valora la especialista del Hospital Clínic de Barcelona.
Pruebas de detección
Rodríguez dice que esta conclusión se ha extraído de un estudio publicado recientemente. En la investigación introdujeron anticuerpos (que son defensas de nuestro organismo que pueden llegar a volverse contra nosotros) de pacientes que padecen fibromialgia en ratones, y estos han desarrollado la enfermedad.
“La falta de respuesta de los pacientes a tratamientos que habitualmente se utilizan para tratar otras enfermedades autoinmunes como, por ejemplo, la artritis reumatoide, es un factor que juega en contra de esta teoría. Por ello se están desarrollando otros estudios en todo el mundo, tratando de confirmar o de desmentir esta posible etiología”, sostiene.
A su juicio, lo importante de todo esto es que se debe continuar trabajando e investigando para determinar el verdadero origen de la enfermedad y de qué manera confluyen todas estas teorías, de cara a enfocar mejor y más específicamente los tratamientos que damos a nuestros pacientes.
Precisamente, uno de los retos a los que los expertos se enfrentan con la fibromialgia es que no existe ninguna prueba para lograr una detección precoz.
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