Víctor Arregui, en una de las calles del barrio La Floresta de Quito, después de conversar sobre la rivalidad. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Víctor Arregui tiene dos pasiones: la una es el cine y la producción audiovisual; la otra es el Aucas. En esta charla se adentra en el mundo de la rivalidad.
El periodista deportivo Pancho Moreno solía decir que el fútbol es lo más importante de lo menos importante. Una idea que ha cobrado fuerza la última semana, a propósito de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors, dos de los equipos más antagónicos de la región. En medio de esta coyuntura, el cineasta ecuatoriano Víctor Arregui -hincha a muerte del Aucas- reflexiona sobre la rivalidad y sus consecuencias en la sociedad.
¿Es inevitable la rivalidad entre las personas?
Pienso que la rivalidad y los antagonismos son cosas inevitables en nuestras vidas. Siempre va a existir esta idea de querer ser mejor o superiores que el resto. Creo que una de las cosas que detona la imposibilidad de vivir sin rivalizar con el otro son estas ganas de éxito que todos tenemos. A eso podemos sumarle la envidia, el arribismo y la prepotencia. Pienso en cosas cotidianas como la rivalidad que hay en el tránsito quiteño, o en las rivalidades creadas por instituciones como la iglesia, que a pretexto de las Guerras Santas, eliminó a todos los que no creían en lo mismo que ella.
Entonces, ¿la aspiración por ser superiores es el motor de la gente para rivalizar con los otros?
Creo que sí. Esta idea de la superioridad está en todos los ámbitos: la superioridad de los hombres frente a las mujeres o la de la clase alta sobre la baja. De esta idea de superioridad aparecieron los imperios y las grandes potencias. Si nos vamos al campo futbolístico siempre escuchas a los técnicos decir cosas como que su equipo fue superior a su rival y por eso ganaron el partido. El problema es que la falta de equidad genera muchos conflictos, por eso sería bueno bajar los niveles de antagonismo.
¿Cuándo tuvo conciencia de la existencia de la rivalidad entre las personas?
Desde que era muy niño porque tengo un montón de hermanos mayores y siempre estaban rivalizando entre sí. Pero lo que me marcó en relación a este tema lo viví con mi papá. Él fue secretario del Partido Socialista y yo veía todas las rivalidades que tenía con la iglesia y la familia.
¿Cuándo se vuelve nociva la rivalidad?
Como te había dicho creo que es inevitable que exista la rivalidad. El problema está cuando esta se exacerba y genera violencia, como ha pasado muchas veces en el fútbol. No creo que sea nocivo querer alcanzar lo que otros han logrado pero cuando se lo hace desde la envidia y la violencia es perjudicial.
¿Puede pensar en algo positivo en relación con la rivalidad?
Creo que siempre que no exista este complejo de superioridad la rivalidad será válida. Hay que recordar que cuando dos rivales entran a competir uno va a ganar y el otro va a perder. Tenemos que aprender a vivir con las dos cosas, pero más que aprender a ganar o a perder tenemos que aprender a competir, porque la competencia es algo que está presente en el día a día.
¿Hay que poner límites a la rivalidad?
Todo en la vida necesita tener límites porque si no te quedas sin perspectiva y te puedes perder. Ahí es cuando la rivalidad puede convertirse en violencia, racismo o abuso.
Usted es hincha confeso del Aucas, ¿cómo vive la rivalidad con la Liga?
Nací con esa rivalidad. Me acuerdo de mis hermanos mayores porque había unos del Aucas y otros de la Liga. En los tiempos de mi infancia la rivalidad era tan marcada que se hacían apuestas de locos, donde el que perdía tenía que pintar su carro de amarillo o de blanco o raparse a mate. Para mí, la rivalidad entre estos dos equipos es curiosa porque los dos nacieron como escuadras populares, la Liga vinculada a la Universidad Central y el Aucas, a la clase obrera.
¿Es más gratificante ganarle al equipo que ha sido el rival de toda la vida?
Claro, mi suegro, que ya se murió, era del Aucas y recuerdo que una vez le vi cómo cogió la radio y la lanzó contra la pared después de un gol de la Liga. Si el Aucas perdía con otro equipo sus reacciones no eran tan dramáticas. Uno vive esos partidos de una manera que emocionalmente es diferente. Antes del cotejo pasas hablando con los familiares y los amigos de cómo está el equipo y te interesas más por los detalles de los jugadores. Por eso creo que es más gratificante cuando se gana a un rival. Recuerdo que ganarle a la Liga era lo más importante como hincha, importaba más que ganar el campeonato.
¿Hay rivalidades que se heredan?
Si pensamos en el caso del fútbol, creo que no. Lo que se hereda es el amor por el equipo, porque seguro si te gusta es porque tus papás te llevaban al estadio desde que eras un niño. Te digo que no se heredan porque siento que para mis dos hijos, que también son hinchas del Aucas, hay más rivalidad con el Barcelona.
¿Por qué la gente necesita de un antagonista?
Necesitamos de antagonistas para que la vida sea más voluble. Sin ellos nuestra vida sería extremadamente plana. El antagonista también sirve para ver en él a la persona que no quieres ser. Uno de mis trabajos como cineasta es escribir guiones de cine, en ellos los antagonistas siempre están presentes, su existencia me permite armar una película que no sea aburrida. Por otro lado, imagínate si todos tuviéramos los mismo gustos o el mismo punto de vista. Hay casos en los que uno se puede convertir en su propio antagonista o las personas cercanas a uno como los hijos o los padres.
¿Cómo funciona la rivalidad en el cine ecuatoriano?
Creo que el tema de la rivalidad se hace más visible en las convocatorias para obtener fondos, o en los festivales. Lo primero que haces cuando ganas una convocatoria o eres finalista de algún festival es averiguar a quién más le van dar dinero o con quién vas a competir en la final. Pero en general creo que es una rivalidad bien llevada. Dentro del sector hay personas que creen que Hollywood es nuestro rival y no lo es porque por más plata que inviertas, tu película nunca va a poder competir de forma equitativa si en cartelera están cintas como la de Freddie Mercury. Por eso es mejor que rivalicemos entre nosotros; claro, siempre pensando en el crecimiento del sector.
¿Qué rivalidades le marcaron en el mundo de la ficción cinematográfica?
Creo que el tema de la rivalidad está muy presente en las películas del director Francis Ford Coppola, que estuvo en Cuenca hace unas semanas. Ahí te das cuenta de que la rivalidad no solo se puede dar entre personas sino entre las personas y el sistema, o en las guerras como sucede en ‘Apocalypse Now’ o en las películas de ‘El Padrino’, donde hay una rivalidad entre los integrantes de una misma familia y también entre ellos y las autoridades. En los últimos años, una de las rivalidades cinematográficas que más me ha tocado es la generacional. Quizás porque tuve una relación con mis padres donde no se conversaba sino que se obedecían los mandatos.
¿Hay una confusión entre la rivalidad y el fanatismo?
A veces creemos que las dos cosas están al mismo nivel pero no es así, porque un fanático no quiere competir contigo sino eliminarte. Eso pasa mucho con las barras bravas de algunos equipos. Ahí hay que recordar que al final del día un partido de fútbol es solo eso. Es solo lo más importante de las cosas que menos importan. En el caso de la final de la Copa Libertadores, independientemente de que gane River Plate o Boca Juniors, el lunes siguiente todo el mundo va a tener que salir a trabajar, la economía del país no va a cambiar y Mauricio Macri seguro no va a pensar distinto sobre sus políticas de gobierno.
¿Cuál ha sido la rivalidad más complicada que ha tenido que enfrentar?
La que tengo conmigo mismo, porque a veces he entrado en etapas de fuertes depresiones. Pensando en esta idea de rivalidad he llegado a creer que lo que hago no sirve o he sentido envidia de que otros hagan cosas que yo no puedo. La competencia y la rivalidad más complicada es la que se tiene con uno mismo porque te marcas metas que a veces son utópicas, o a veces te exiges demasiado. Creo que antes de pensar en rivalizar con otra persona es importante entenderse a uno mismo.