Iván Taipe tiene 25 años. Hace cuatro perdió su brazo izquierdo, pero ahora encontró una prótesis híbrida que tiene una pinza robótica. Además se abre, se cierra y gira hasta 90 grados.
Esta pieza responde a las señales que son enviadas por el sensor de movimiento, que debe ser colocado en la articulación interna del codo. Pesa una libra y puede levantar como máximo dos libras más.
¿Cómo consiguió el equipo? Lo donó Xavier Calero. A él lo conoció a inicios de este año, cuando desarrollaba una tesis relacionada con prótesis electrónicas para brazo. Con ese trabajo se graduó como tecnólogo en el Central Técnico de Quito. Pero esta no es la primera vez que estudiantes crean prótesis. Cristian Ramírez y Verónica Barros, ambos estudiantes de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), también diseñaron un moderno modelo de mano robótica para personas que tienen una discapacidad física.
Esta prótesis puede ser manipulada por sensores instalados en el músculo del brazo del paciente, permitiendo la manipulación de diversos objetos.
Esta propuesta innovadora fue ganadora de una medalla de oro en el concurso de robótica, organizada por la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Solacyt).
Este mes los estudiantes viajarán para participar como representantes de Latinoamérica en la duodécima edición Internacional Computer Project Competition Infomatrix, que se realizará en Rumanía.
Como apoyo a este proyecto universitario, a través de la Misión Manuela Espejo se invertirán USD 20 000 para que se elabore esta prótesis denominada Mano de Esperanza.
El martes, Calero y Tapia se volvieron a encontrar tras la donación que ocurrió hace un mes. Mientras Iván manipulaba un celular recordó el accidente que lo dejó sin una parte del cuerpo.
En el 2009, cuando trabajaba como electricista en un edificio en construcción, un cable de alta tensión que alcanzó su cuerpo descargó energía y lo tiró al piso. Su brazo izquierdo fue afectado.
Pasó seis meses internado en el Hospital Eugenio Espejo de Quito, en donde le amputaron el brazo, a causa de una gangrena que se originó en la palma de la mano y que poco a poco empezó a consumir su brazo.
Después de un año, con una discapacidad del 55%, viajó a Ibarra para buscar empleo. En esta ciudad conoció a Cristóbal Tasiguano, quien se dedica a la fabricación de prótesis. Fue a través de este médico ortopedista que pudo adquirir un arnés con un gancho que le costó USD 900. Así por lo menos podía coger objetos.
Esta prótesis que Taipe utilizó durante cuatro años le produjo alergias, dolores de espalda, callosidad en el codo e incomodidad por su peso. Sin embargo, por sus altos costos no pudo adquirir una prótesis mejor elaborada.
Taipe actualmente trabaja como cortador de tela para la fabricación de forros de autos y dice que quiere prótesis avanzadas. En el mundo hay unas que incluso devuelven la sensibilidad a los afectados. Los científicos equipan la prótesis con captores que reaccionan a la tensión de los tendones.
En contexto
A escala nacional, la Secretaría Técnica de Discapacidades (Setedis) y la Misión Manuela Espejo han entregado hasta el momento 2 005 prótesis de brazo y pierna. Estas carteras de Estado en conjunto con la Senescyt apoyarán el proyecto Mano de Esperanza.
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