Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Viena (Austria) concluye que la introducción de plantas no autóctonas en los territorios colonizados por las potencias europeas a partir del siglo XV alteró de forma permanente la biodiversidad de esas tierras.
Encabezados por Bernd Lenzner y Franz Essl, los investigadores austríacos estudiaron de cerca la situación en 1 183 regiones ocupadas por los europeos para comprobar cuántas de las plantas introducidas siguen creciendo hoy en las antiguas colonias en América, Asia y África.
Desde el inicio de su expansión, los colonizadores introdujeron plantas europeas en los ecosistemas de los territorios ocupados. “Para asegurar el sustento de la población en los nuevos dominios y promover la expansión comercial de sus asentamientos”, explica Lenzner.
Según los expertos, estas “políticas comerciales restrictivas”, que aseguraban el intercambio de plantas entre las regiones ocupadas por un imperio, y los “motivos estéticos” alteraron la biodiversidad de las colonias. La investigación demuestra que “cuanto más tiempo ocupó un imperio sus colonias, más se asemeja la flora de los territorios ocupados”, señala Lenzner.
Impacto duradero
Según los investigadores de la Universidad de Viena, la introducción de plantas exóticas hace siglos sigue facilitando hoy el comercio entre las antiguas colonias y sus colonizadores.
Las antiguas potencias coloniales siguen manteniendo fuertes lazos comerciales con territorios que desempeñaron un papel económico o estratégico importante para sus imperios. Entre estas regiones se encuentran, por ejemplo, “antiguos centros comerciales, como el archipiélago malayo. Crucial para el comercio internacional de especias”, o islas como las Azores o Santa Elena, “destinos de escala para los largos viajes transoceánicos”, señala Lenzner.
El estudio, publicado en la revista científica internacional Nature Ecology and Evolution, subraya además que comprender el pasado es importante para extraer lecciones para el futuro. “Sabíamos que las especies exóticas pueden tardar décadas en establecerse y extenderse en una región en la que han sido introducidas y que este proceso suele desarrollarse con un retraso considerable”, asegura Essl.
“Sin embargo, es notable poder detectar estos legados después de varias décadas. A veces incluso siglos, tras el colapso de los imperios europeos”, explica el investigador. Las especies invasoras alteran cada vez más los ecosistemas de todo el mundo a medida que se acelera la globalización.
Sin depredadores ni competidores naturales, a menudo se propagan rápidamente y son difíciles de contener, recalca el estudio. “Realmente necesitamos pensar hoy sobre qué especies estamos transportando por el mundo. Veremos las consecuencias de eso incluso en un futuro muy lejano, en las próximas décadas y siglos”, finaliza Lenzner.
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