Cinco jóvenes narradores orales, originarios de sectores populares de Guayaquil, desarrollan historias en base a las leyendas urbanas de la ciudad, reinventan cuentos clásicos y crean sus propios relatos para contar al público.
Los ‘cuenteros’ mostraron parte de su repertorio la mañana del jueves 21 de mayo de 2015. Los relatos de la tradición oral de la urbe fueron los mejor recibidos en una presentación que hizo parte de la semana de actividades culturales de la Universidad de las Artes (UArtes).
Luisa Flores, de 13 años, contó entre otras la historia del Lagarto y el montubio, donde los patios de antiguos colegios de Guayaquil eran convertidos en coliseos donde se anunciaban luchas entre montubios y cocodrilos. Un borracho pendenciero –contó- decidió meterse a pelear con el lagarto, pero tras aparatosos movimientos de lucha en el lodo, el borracho levantó lo que vino a ser una simple iguanita del parque Seminario (!).
Flores, que lleva tres años formándose en los talleres de la Corporación Imaginario, a través del programa Un cerrito de cuentos, mostró que no tiene miedo de desdibujarse en escena, más bien utiliza alguna duda sobre la historia para hacer reír al público. “Queremos sacar a flote las historias de nuestros abuelos, a las que le agregamos nuevos elementos”, indicó.
Melina Fuentes, de 14 años, contó una historia trabajada a partir de la leyenda que dice que el fantasma del expresidente Víctor Emilio Estrada sale cada medianoche a parar un taxi en las afueras del Cementerio General.
“Es bonito sentir como el público se ríe contigo, como se meten en tu mundo. Sentir que tú imaginas un universo a donde llevas a los espectadores. Y tenerlos pendiente de los que va a pasar con la historia”, indicó Fuentes, que desde hace 4 años hace parte del programa junto a su hermana, Melany (14).
Jesús López (13) y Angie Proaño (16) complementan el quinteto que prepara presentaciones para los meses siguientes, previo al festival Un cerro de cuentos que se realizará en agosto. “Queremos rescatar esta cultura de contar”, indicó Proaño, que con seis años es la más antigua en un programa que promueve la narración oral.