Milton Luna Tamayo posa frente a la recientemente creada sede de docentes de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Allí es profesor a tiempo completo. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO
El catedrático Milton Luna habla sobre los límites entre la permisividad pasiva y la reactiva. Cree que ser permisivo es favorecer el autoritarismo.
Unas veces impuesta, otras aceptada como mecanismo de supervivencia, la permisividad es una acción y actitud que puede transformarnos radicalmente. Eso lo comprende bien Milton Luna, quien en una de sus horas libres de la universidad se toma un tiempo para reflexionar sobre la influencia de los contextos permisivos en las relaciones personales y sociales.
¿Qué es la permisividad?
En general puede ser esta actitud humana condescendiente. Alrededor de eso también puede haber actitudes tolerantes en exceso.
Cuando nos volvemos permisivos, ¿nos hacemos los ‘giles’?
En algún momento sí. En otros, no necesariamente. Hay ocasiones en las que los seres humanos, debido a ciertas circunstancias, hemos metido la cabeza en el hoyo para hacer que los problemas pasen por encima de nosotros. En otros momentos, ser permisivo frente a ciertas circunstancias puede llegar a ser una cualidad, ya que demuestra nuestro nivel de flexibilidad.
Pero entonces la permisividad se construye en los contextos en que vivimos.
Sí, las actitudes de los seres humanos corresponden a contextos sociales, culturales. Pienso que, en el caso de los ecuatorianos, en varios momentos hemos tenido actitudes permisivas de meter la cabeza en el hoyo y, en otras ocasiones, se ha tenido un tipo de permisividad ligada con la flexibilidad. Si no examinamos ni ubicamos esas actitudes contextualizándolas, no podemos realizar lecturas correctas sobre el tema.
¿Somos conscientes de lo que asentimos cuando somos permisivos?
Creo que unas veces sí, otras no. La permisividad bajo circunstancias extremas como persecución se constituye en una acción absolutamente inconsciente de defensa y resistencia.
Entonces también hablamos de una permisividad que se acomoda a la situación que atravesamos.
Algunos hablan de una cantidad de actitudes que las sociedades tienen, como la permisividad ligada con la adaptación. Las personas se adaptan a situaciones difíciles y extremas, unas veces entregándose por completo y en otras reservándose energías para actuar en algún momento. Acá, por ejemplo, ha habido todo un debate sobre el comportamiento de las sociedades indígenas frente al régimen colonial viéndolo como símbolo de resistencia o de adaptación. En general, podemos hablar de permisividad, de pasividad, y hasta de actitudes indolentes con uno mismo y con la sociedad. Podemos hablar de actitudes que se reservan para enfrentar otro tipo de condiciones que nos pueden llegar a desubicar. A la final, esto implica una combinación entre las subjetividades que tenemos los humanos y las sociedades frente a presiones que llegan de la sociedad y el Estado.
Cuando se habla de permisividad, los mejores ejemplos llegan de las disputas de poder paterno-filiales. Pero en el contexto social, ¿quién gana y quién pierde cuando somos permisivos?
En el fondo también son relaciones de poder. Estas implican qué concepto tiene el poder y cómo se está relacionando con su sociedad. De hecho hay relaciones de poder que construyen relaciones de corte autoritario, tanto en la familia como en el Estado. Y ahí los que más pierden son los que están abajo, es decir, los hijos en cuanto una relación adulto-centrista va marcando el camino formativo del niño. Incluso lo vemos en la escuela, en la relación desde arriba hacia abajo entre el profesor y el alumno.
¿Y en las sociedades?
En las sociedades y en la política, los regímenes autoritarios terminan siendo opresivos y el pueblo termina como el factor más perjudicado. El tema es que eso tiene impactos directos e indirectos, a mediano y largo plazos. Por ejemplo, si en las relaciones familiares, educativas y sociales se prolongan las situaciones autoritarias, la permisividad se convierte en pasividad: la gente que está hacia abajo se vuelve conformista y se genera amargura y actitudes no críticas ni reactivas frente a la opresión. Lamentablemente, esto va creando naturalización del autoritarismo. Aparte de la reducción de relaciones democráticas, se genera abuso, corrupción, que es, por ejemplo, lo que vivimos con el correato, y estamos precisamente experimentando esto.
¿En qué sentido?
Estamos en una sociedad que fue paulatinamente acallada y que, hasta el día de hoy, se fue acostumbrando a la opresión, a la violencia, al caudillismo y a vivir y convivir con el miedo. E interiorizamos el miedo, lo cual generó permisividad y nos hicimos los ‘giles’ frente a tal o cual situación. Fue un momento de ‘pendejismo social’. Por suerte, una parte de la sociedad reaccionó, lo que provocó que Correa se fuera. Creo que el conjunto de la sociedad ecuatoriana cayó en eso. Colegios, sociedad civil, universidades, familia vivieron esto y allí se permeó una excesiva permisividad que vio esos actos como buenos; la mayoría vivieron conformes y hasta se reforzaron algunas formas de ser coloniales, como el patriarcalismo.
¿En qué forma se vivió ese patriarcalismo?
En que había el papá brutal y, al mismo tiempo, redistribuidor. A la práctica replicamos una matriz colonial y judeocristiana en la que se veía el maltrato a través de espacios como las sabatinas y que era aplaudido y seguido por una gran parte de la sociedad ecuatoriana.
Cuando hablamos de permisividad, también solemos hablar de tolerancia. ¿Ser más permisivos nos vuelve más tolerantes?
No. Yo creo que hay un concepto falso de la tolerancia. Me parece que, nuevamente, la tolerancia en determinado momento histórico fue construida por Voltaire con base en el respeto al otro, es decir, la tolerancia como ejercicio individual de poder. En ese sentido, incluso teniendo frente a mí a una persona o una idea que no comparta, se establece una relación de respeto. Eso fue un concepto muy difundido por Voltaire y por la masonería, y asumido por todo el pensamiento ilustrado y la modernidad. La tolerancia es una de las bases muy importantes de la modernidad ligadas, sobre todo, con la libertad de respeto al otro; es la base fundamental de la democracia. Ahora, el hecho es que, como todo concepto, la tolerancia fue evolucionando hasta ser asumida como un antivalor o como esa permisividad o como el exagerado comportamiento de dejar pasar o dejar hacer.
Cuando somos permisivos, ¿somos complacientes con el otro que tiene más poder que nosotros?
Completamente. A la larga es una actitud individual y social destructiva que no permite la construcción de un espíritu libre y crítico. Cuando es permisivo, uno pierde eso porque se autocensura para no crear problemas y no impedir que, efectivamente, esa opresión siga prosperando. Con ese tipo de actitudes, lo único que hacemos es que el autoritario, el déspota, el maltratador siga construyendo sus relaciones opresivas frente a los otros.
¿Hay una buena permisividad?
En determinadas circunstancias, la condescendencia podría ser parte de la comprensión que tengamos frente a diversas condiciones para tener una actitud más flexible.
Cuando estamos en una sociedad excesivamente permisiva, ¿existen menos códigos éticos?
En el momento en que meto la cabeza en el hoyo, inmediatamente comienza a desaparecer mi compromiso con la realidad, y ahí comienzan a diluirse relaciones de corte ético. Esta excesiva permisividad frente a la corrupción o al exceso de poder crea condiciones para que una persona o grupo sigan acumulando su poder para controlarnos. Y si he sido parte de esa permisividad y no lo controlo, efectivamente desaparecen los códigos y principios porque me he adaptado a este sistema y a las peores condiciones, llegando a la naturalización de esa condición.
Milton Luna Tamayo
Docente e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ha realizado estudios en historia en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Ha trabajado junto con el Contrato Social por la Educación analizando situaciones que aquejan al sistema educativo nacional. Mantiene una columna de opinión en EL COMERCIO.