El artesano José Jiménez ha elaborado macanas durante 45 años. Foto: Cortesía
Los artesanos del paño fino de Gualaceo, más conocido como macana, enfrentan un duro momento debido a la falsificación y a la pandemia. José Jiménez, uno de los macaneros más reconocidos, denunció la inacción de las entidades encargadas de proteger este patrimonio inmaterial.
La macana es el chal usado tradicionalmente por las cholas cuencanas. La técnica de confección de esta prenda fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador en 2015.
Las falsificaciones no son hechas a mano
“Vengo denunciado por seis años que hacen macanas en máquinas en Otavalo, hacen unas 100 por noche”, cuenta Jiménez.
Estos rebozos que se venden como macanas tienen muchas diferencias: son hechas a máquina, los diseños son más geométricos, los colores son más intensos y no tienen el anudado en la parte inferior.
Las falsificaciones son vendidas por alrededor de USD 10, un precio con el que los artesanos no pueden competir. Un productor experimentado puede tomarse hasta tres días solo en el tejido, que se hace después de haber tinturado los hilos. Por ello, el precio de una macana es de unos USD 60.
La pandemia acabó con el flujo de clientes
Además, con la pandemia los artesanos han perdido una de las fuentes más importantes de ingreso que tenían: el turismo. Jiménez recibía a unas 30 personas a diario, quienes querían conocer el trabajo, pero también llevarse un souvenir. “El turista internacional nos visitaba y nos compraba la macana”, narra Jiménez.
Desde hace ocho meses las macanas están paradas. “Estamos sobreviviendo el día a día. Estoy haciendo unos tejidos de lana, mallas para lavar oro y textiles para tapizar muebles”, dice el artesano que en el pasado confeccionó macanas para la Reina Sofía y para el papel de Frida Kahlo interpretado por Salma Hayek.
En la actualidad, hay unos 200 artesanos dedicados a los diferentes procesos de la elaboración de la macana en el Azuay, principalmente en el cantón Gualaceo. Así lo informa Lorena Páez, parte de la mesa técnica del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap).
Hacen falta espacios de comercialización
A Jiménez le preocupa que la tradición se pierda debido a que los artesanos están buscando otras formas de subsistencia. Cree que la creación de espacios para la venta de las macanas y de una marca colectiva ayudarán a que este conocimiento siga pasándose a las nuevas generaciones.
Páez dice que el Cidap tenía planificado realizar varios eventos a lo largo de este año para promocionar diferentes artesanías, sin embargo, la pandemia truncó los planes. Para el 2021 está planificado el evento Ardis, de artesanía y diseño, que tendrá al tejido como plato principal.
La creación de una marca colectiva, a la espera
“Los factores diferenciadores que tiene la macana podrían constituirse en elementos para la declaratoria de una denominación de origen o una marca colectiva”, dice Santiago Cevallos, director del Servicio Nacional de Derechos Intelectuales.
Bajo estos títulos, nadie que no sea de la zona de Gualaceo podría vender chales con el nombre de macanas. Si es que se irrespeta esta medida, los artesanos podrían tomar acciones civiles o administrativas por la violación de propiedad intelectual.
Antes de la pandemia, los productores tuvieron un acercamiento con el Senadi para arrancar la creación de una marca colectiva o la obtención de una denominación de origen. No obstante, con la pandemia se detuvo el proceso.
“Esto demanda capacitación a los artesanos sobre propiedad intelectual, denominación de origen y marca colectiva. Es un proceso asociativo. Debido a la emergencia sanitaria, ya no pudimos tener reuniones presenciales”, explica Cevallos.
El director del Senadi asegura que en cuanto tengan luz verde de las autoridades del austro se retomarán las reuniones con las medidas de bioseguridad.
Los desafíos para proteger el patrimonio
“La declaratoria como patrimonio cultural inmaterial de la nación de las Macanas o paños de Gualaceo se convierte en una herramienta de gestión para la salvaguarda de la técnica tradicional que se utiliza para elaborar este tipo de artesanías”, se lee en la página web del Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCyP).
Aunque hay un plan de salvaguardia, se “requiere de recursos, compromisos de gestores y portadores de conocimientos vinculados a estos textiles. También se requiere que se vinculen los gobiernos autónomos descentralizados”, dice Joaquín Moscoso, director del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC).
Moscoso, además, cree que uno de los principales desafíos para proteger el patrimonio inmaterial es hacer un registro de los portadores de los diferentes saberes. “El covid-19 nos enseña mucho. Nos enseña nuestra poca respuesta para proteger a las personas más vulnerables detrás del patrimonio cultural inmaterial”, concluye.