Los campesinos participaron en el corte de los vellones de las vicuñas que se crían en la Reserva del Chimborazo. Fotos: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
El día que los habitantes de 30 comunidades de Chimborazo, Tungurahua y Bolívar esperaron por 29 años, finalmente llegó ayer, 6 de septiembre del 2017. Por primera vez esquilaron a 25 vicuñas.
El acontecimiento, único en el país desde que se introdujeron los animales en 1988, fue celebrado con una ceremonia ritual y extremos cuidados.
Esos camélidos andinos, que habitan en la Reserva de Producción Faunística Chimborazo, estaban en peligro de extinción hasta hace dos años, sin embargo, debido al crecimiento de la población y a las buenas condiciones climáticas de la reserva, ahora está permitido el aprovechamiento de su fina y costosa lana.
Una prenda hecha con esas fibras puede costar entre USD 1 500 y 20 000 en el extranjero, debido a la finura de su lana y a que es poco usual encontrarla en el mercado.
“Esta lana tiene una alta demanda, porque estos animales son muy especiales. Hemos estado esperando este día por tres décadas, llegó el tiempo en el que finalmente todas las comunidades que cuidan los páramos van a beneficiarse de los camélidos”, dijo Tránsito Lluco, viceprefecta de Chimborazo.
En las más de 52 600 hectáreas protegidas por la Reserva habitan actualmente 7 183 vicuñas, y su población crece en promedio un 11% cada año, por lo que la perpetuidad de la especie ya está asegurada.
Cuando el proyecto se inició, en 1988, había una población total de cerca de 7 000 animales en todo el mundo, por lo que fue declarada en riesgo. Ese año, los países de la región andina firmaron un pacto de conservación.
En Ecuador no había camélidos de esa especie. Los primeros 100 animales fueron una donación de Chile. Luego -en 1993- se introdujeron 77 animales más, procedentes de Bolivia, y en 1998 llegaron 100 vicuñas más desde Perú.
Antes del esquilado se hicieron rituales en que se pidió permiso a la Pacha Mama para realizar esta faena.
“Desde que el proyecto se inició en Chimborazo, las comunidades demostraron un compromiso con el ambiente que, finalmente, dará frutos. Sin embargo, estamos conscientes de que se trata de una especie muy delicada, por lo que el aprovechamiento de la lana se hará siguiendo protocolos muy estrictos”, dijo Marcelo Pino, director provincial del Ministerio del Ambiente en Chimborazo.
Los comuneros realizarán los ‘chaccus’, una palabra quichua que significa captura de vicuñas. Ellos han recibido capacitaciones de varias organizaciones desde el año pasado; además, un experto peruano liderará cada captura para evitar que los animales mueran por el estrés de la faena.
Ayer se realizó la primera captura de vicuñas en el país desde que se inició el proyecto. Para la demostración, 25 vicuñas fueron acorraladas en una especie de cono, que les permitió a los comuneros atraparlas una por una, para la esquila.
El evento se inició con un acto ritual presidido por yachaks de Ecuador y Perú. Ellos pidieron permiso a la Pacha Mama y realizaron ofrendas. “No podemos pedir a la naturaleza que nos dé, cuando nosotros no le damos nada. Con el aprovechamiento de la lana no solo queremos rescatar un material valioso, sino también nuestra cultura”, dijo Manuel Pomaquero, uno de los yachaks.
Luego, todos los asistentes se alinearon para sujetar un cordel con banderas de colores vistosos; así lograron acarrear a las vicuñas hasta la punta del cono, donde un equipo de especialistas se preparaba para el corte del vellón.
Tarsicio Granizo, ministro de Ambiente, levantó el primer
vellón como si se tratara de un trofeo. Centenares de asistentes aplaudieron mientras comentaban: “Ahí está el dinerito para las comunidades”.
Ahora, la siguiente prioridad del Ministerio del Ambiente será continuar con la capacitación a los comuneros para que en el futuro puedan aprovechar las fibras por sí solos. Entre tanto, otro equipo ya busca el mercado para las primeras exportaciones.
Una asociación de ‘vicuñeros’ se formará con los habitantes de las tres provincias de la Sierra. Ellos podrían percibir los beneficios económicos a mediano plazo.