La Lucha Eterna ahora está ubicada frente al arco de La Circasiana, en el parque El Ejido. Foto: Patricio Terán/ EL COMERCIO
Si bien no ha sido sempiterna como su nombre, la batalla por un espacio definitivo que ha librado La Lucha Eterna, escultura de 1903 realizada por Émile Peynot, culminó, aproximadamente hace seis meses, tras regresar al mismo parque que a inicios del siglo XX, y por casi siete décadas, la acogió en sus jardines interiores: El Ejido.
Según Efrén Bonilla, coordinador de esculturas de la Gerencia de Espacio Público de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas de Quito, con el regreso de La Lucha Eterna a El Ejido se quiere dar fin al peregrinaje de esta emblemática pieza del ornato urbano. Esta fue realizada bajo pedido de la comunidad ecuatoriana en Francia, en el marco del primer centenario de la Independencia.
Y es que, al parecer, la nueva administración de Espacio Público intenta asentar un sentido de pertenencia entre estas creaciones y la ciudadanía. Bonilla explica que en casos muy concretos (inauguración de nuevos espacios de tránsito peatonal o festividades en determinados sitios) se pensaría en la posible movilidad de alguna de las 350 esculturas públicas que posee Quito (170 de carácter cívico-conmemorativas, 180 de estilo contemporáneo). Pero en general lo que se busca es que haya una permanencia prolongada de estas piezas en sus sitios originales, cuya disposición corresponde a factores sociohistóricos (la relación obra-lugar) y estéticos.
Para el sociólogo Alfredo Navarrete, especialista en temas de memoria y espacio público, lo que se ha experimentado en Quito en los últimos años es una eclosión del imaginario escultórico de la ciudad. Sin embargo, asegura que esto no ha sido encaminado de la mejor manera. “Como en una cédula de identidad, una escultura debería ser la imagen reconocible de un espacio determinado. Entonces, se debe educar a la ciudadanía para que reconozca a la escultura en su contexto y no solo a la pieza en solitario”, explica Navarrete.
La artista Carmen Carreño, quien el 2013 participó en el proyecto Jardín de Quindes (a través del cual se crearon 65 esculturas que posteriormente fueron repartidas a distintas parroquias del Distrito Metropolitano), comenta que la vida de una escultura pública debe estar compuesta por dos etapas. Una es para la exhibición, en la que necesariamente se debe rotar a la obra por distintos sitios de la ciudad. Luego, las piezas deben tener un destino fijo, porque eso permite que los espacios sean reconocidos tan solo por la presencia de aquellas obras en su interior.
Entre los recientes proyectos municipales se encuentra la realización y compra de nuevas esculturas para ocupar los accesos viales a la capital. Para Navarrete, esta iniciativa será aplaudida si es que no se ve afectado el cuidado de las obras que adornan actualmente la ciudad. Él mira con cierto pesar que, justamente en el día en que este Diario visitó la última morada de La Lucha Eterna, esta se haya convertido en el escondite de pipas para fumar marihuana. “Es una de las consecuencias del eterno trajinar de las esculturas por la ciudad. Al final, la gente no las asume como suyas y se vuelven objetos para el vandalismo”.
Una de sus soluciones frente al daño de las piezas es replicar modelos de gestión de grandes ciudades como Nueva York o París, en las que el cuidado de esculturas emblemáticas corre a cargo de instituciones privadas a cambio de beneficios municipales. Esto ha asegurado la permanencia de estas obras en lugares específicos, ya que cuentan con las seguridades y respaldos necesarios para su manutención.
En detalle
Existen distintos tipos de clasificación de esculturas en Quito: bustos, personajes ilustres, monumentos, piezas ecuestres, obras figurativas o de arte abstracto.
Según Efrén Bonilla, no se puede determinar con precisión la inversión municipal en esculturas. Esto porque el monto incluye el valor de nuevas piezas, los costos por reparaciones y, además, porque varios de los materiales utilizados en la construcción y cuidado de las obras no son de uso exclusivo para estas.
Las esculturas son adquiridas por concurso o bajo pedido.