El coreógrafo ha realizado estudios en ballet clásico y danza contemporánea. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO.
El bailarÃn y coreógrafo español Daniel Abreu es uno de los referentes de la danza contemporánea que se hace en España. Esta semana llegó al paÃs para presentar ‘Cabeza’, una de sus nuevas piezas cuya presentación estaba prevista para anoche, en el Teatro Variedades Ernesto Albán de Quito, y el viernes, a las 20:00, en el Teatro Sánchez Aguilar de Guayaquil.
¿Qué representa para un bailarÃn y coreógrafo como usted el cuerpo humano?
Soy una persona que no nació con un cuerpo para la danza, sin embargo, siempre he luchado para lograr que mi cuerpo baile de una manera más fluida. Esa lucha se puede ver en el lenguaje corporal que manejo en escena. Aparentemente soy una persona tranquila pero por dentro están todas esas peleas que salen en forma de danza. El cuerpo es el motor de mi trabajo.
¿Cómo ha sido la relación entre su cuerpo y las técnicas de la danza contemporánea?
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Soy un bailarÃn que tiene la intención de que el cuerpo exprese mucho más de lo que una técnica le puede permitir. La técnica es el instrumento pero no es el fin. El cuerpo, de alguna forma, contiene toda la información de lo que vivimos a diario incluso de lo que no somos conscientes. Por eso dejo que en mis obras el cuerpo se mueva de una forma improvisada para luego darle un orden.
¿Cómo se ha ido adaptando su cuerpo al paso de los años?
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A veces es más fácil porque tengo más recorrido y veces es más complicado porque parece que se repiten ciertos patrones. A veces hay posiciones fÃsicas, gestos o dinámicas que vuelven. Soy un bailarÃn que trabaja con mucha la energÃa de golpe, de golpear el aire y eso a veces parece un limitante porque da la impresión que uno nunca abandona sus emociones primarias.
¿Qué es lo que mueve a su cuerpo?
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En general a las personas nos mueve mucho la idea del amor y del poder. En mi caso el poder está relegado. Creo que las fuerzas que me mueven están más vinculadas al amor.
¿Cómo ha influido el contexto en el que vive en su crecimiento corporal?
Creo que la cultura en España tiene un desarrollo creativo muy grande. Hay creadores y bailarines de los que puedo aprender mucho. Esto me permite buscar niveles de calidad cada vez más altos.
¿‘Cabeza’ es parte de ese desarrollo creativo?
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‘Cabeza’ parte de un momento de crisis. En la obra trato de transmitir lo que nos sucede interiormente cuando sufrimos un ‘shock’. Esa etapa en la que cuesta creer lo que está sucediendo en nuestras vidas. Poco a poco construyo una realidad que es como una ensoñación. Siempre trabajo mucho desde el lenguaje psicológico.
¿Qué pasa cuando los cuerpos en la danza son atravesados por el hecho tecnológico?
Personalmente el uso de la tecnologÃa no me interesa. Hay casos en que el uso de la tecnologÃa anula lo humano. No me interesa que la danza, que quizás es lo más corporal que tenemos, se vea contagiada de lo artificial. En mis más de 50 obras solo he usado proyecciones de video en dos obras y ocupan un par de minutos.
¿Qué significó para usted el Premio Nacional de Danza en el 2014?
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El Premio Nacional supuso posicionar mi trabajo en España. Dio pie a que pueda acceder a otro tipo de teatros y que mis obras entren en una red más comercial.
¿Cómo ha sido su diálogo con la danza contemporánea que se hace desde Latinoamérica?
Por desgracia no la conozco tanto como me gustarÃa, pero he sido espectador de varias obras. Este año mi gira incluye la presentación en varios paÃses de la región.
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Su experiencia. Ha realizado estudios en ballet clásico y danza contemporánea. En el 2003 empezó con el proyecto en solitario, Espera. Entre sus trabajos se encuentran A cal, Perro, Los pies descalzos, Animal, Equilibrio, por mencionar algunos. Actualmente dirige su compañÃa y es profesor en escuelas especializadas de danza.