En Santos Lugares, la pequeña ciudad a donde llegó Ernesto Sabato, hace 65 años, se preparaban los festejos para el centenario de su habitante ilustre. Pero la muerte se llevó ayer a la 01:30 a uno de los grandes escritores y referente moral de Argentina y América Latina.
Una bronquitis final segó la vida de este hombre, a quien desde hace una década se lo dejó de ver por la calles de Santo Lugares, paseando a su perro, Roque. Sabato dejó de ser una persona de apariciones públicas. Una de las últimas veces que se lo vio fue cuando se repartieron sus libros en un partido de Estudiantes, el club de sus amores. Se lo veía con el peso de los años, con el llanto que sabía que todo estaba próximo a terminar y sintiendo el amor de las multitudes.
Escribió pocos libros de literatura, pero bastaron esos títulos para que el carácter argentino inventara un nuevo clásico de estilo futbolístico: el Borges-Sábato. Era común, en conversaciones preguntarse si uno era más de Jorge Luis Borges o de Ernesto Sabato.
Quizá su gran contribución ha sido por los derechos humanos. El informe de la Conadep, entidad que presidió, se resumió en un libro y una frase indeleble: “Nunca más”. Libro que ahora, con la muerte de Sabato revive una polémica. El prólogo fue escrito por Sabato, pero en la edición del 2006, el gobierno de Néstor Kirchner decidió anteponer un segundo prólogo que cuestionaba la teoría de “los dos demonios”.
“Durante la década del 70, la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda”, decía Sabato en su prólogo. El del kirchnerismo sostenía que “es preciso dejar claramente establecido, porque lo que requiere la construcción de futuro sobre bases firmes, que es inaceptable pretender justificar el terrorismo de Estado como una suerte de juego de violencias contrapuestas (…)”.
La decisión fue criticada por muchos. Ayer, la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú volvió a criticar la decisión, al recordar que “cuando muchos de los que ahora son adalides de los derechos humanos, pero que en ese tiempo nunca dijeron una palabra, Sabato nunca se negó a firmar solicitudes por la aparición de personas, a formar parte de las manifestaciones en contra de la dictadura”.