Hay un talento que se hereda y otro que se hace; y esta noche la Casa de la Música será el escenario para mirar a estos dos tipos de talento en acción, en las interpretaciones de Thérèse Mahler (voz) y Jonathan Floril (piano) en ‘Mahler canta a Mahler’.
Este concierto es parte de las dos buenas nuevas que trae la temporada de apertura de la Casa de la Música, la otra es que Floril tocará en un piano Verdugo (ecuatoriano), el que acompañará las veladas musicales de la sala hasta mediados de año.Ambos músicos son los intérpretes más jóvenes que este año pasarán por la Casa de la Música; Mahler tiene 27 años y Floril 21; él repetirá escenario en el 2012, en un concierto que ya tiene programado junto a la Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador, bajo la dirección del maestro Patricio Aizaga.
La juventud y brío de ambos intérpretes no ha mermado su pasión por la época dorada de la música clásica, por eso Gustav Mahler es uno de los favoritos en su repertorio como pareja.
Rendir homenaje al genio musical de Mahler es un reto para muchos músicos, y para ello no solo se necesita de carácter y manejo de las partituras, sino de un verdadero apego a la figura del músico austriaco.
Pero este reto se facilita cuando por las venas corren la sangre y el ingenio musical del artista. Eso es lo que precisamente ayudó a la mezzosoprano Thérèse Mahler, descendiente directa del compositor, cuando en marzo de 2010 decidió, junto a Floril, organizar la gira de conciertos ‘Mahler canta Mahler’, que esta noche se presenta en Quito.
Cinco generaciones la unen, y al mismo tiempo la separan, de Mahler, pero esto no significa que su talento se vea disminuido. Thérèse Mahler posee una distinguida trayectoria como intérprete de música romántica de compositores austriaco-alemanes, franceses, italianos, españoles, noruegos y rusos del siglo XIX y principios del XX. Su vasto conocimiento musical y su capacidad de cantar en 14 idiomas y dialectos distintos le han permitido actuar en escenarios como la Ópera de Berna, Basilea, Nueva York, entre otras, y obtener papeles como Carmen en ‘Carmen’, Dalila en ‘Sansón y Dalila’, Hänsel en ‘‘Hänsel y Gretel’, etc. Thérèse se graduó con honores del Conservatorio Superior de Berna y de la Manhattan School of Music de Nueva York.Fue en este último lugar donde hace aproximadamente cinco años conoció al pianista ecuatoriano Jonathan Floril. Él empezó desde muy joven con sus estudios musicales. Cuando emigró a los 11 años a España, tuvo la oportunidad de iniciar clases con el pianista Mateo Lorente, en Madrid. Su talento se desarrolló rápidamente, lo que le permitió a los 16 años recibir la beca ‘Harold and Helen Schonberg Pianist Full Scholarship’ y dirigirse hacia Nueva York para continuar sus estudios en la Manhattan School of Music. Fue en ese instituto donde perfeccionó su técnica hasta llegar a ganar el prestigioso Concurso Internacional de Piano Frédéric Chopin, el 2008, a los 19 años.
Estar juntos en espacios musicales propició la amistad de Mahler y Floril; la misma que luego se convirtió en un noviazgo, que comenzó hace tres años. Y en marzo 2010 pusieron en marcha su actual gira, que inició en Nueva York y tiene como destino final Viena -ciudad donde murió Gustav Mahler- con un concierto en junio de este año.
Entre sus planes también está elaborar un repertorio completo con canciones populares nacionales, sin embargo este es un proyecto que aún está en su fase preliminar. La química que irradian en su relación de pareja se traslada a su faceta musical, que está llena de proyectos.
Una cierta pausa y un ánimo reposado marcó los días previos al concierto, en los días de repaso. Se los veía caminar tranquilos por la Casa de la Música, en los días previos al concierto, de camino a la sala de conciertos. Thérèse tiene una voz suave cuando conversa, la misma que se vuelve poderosa cuando canta. Aunque su dominio del español es aceptable, cuando habla sobre música ella prefiere el inglés para desarrollar sus ideas. “Cuando canto, estoy convencida de que he aprendido mucho de los cantantes del pasado, sobre todo de la época dorada de la música. Para cantar a Mahler se debe tener la voz correcta”.
El carácter de Jonathan también es tranquilo. Siempre con una sonrisa, responde a cualquier pregunta que se le haga. Pero su semblante cambia cuando se predispone a tocar. Se sienta en su butaca, y con brío y elegancia comienza a entonar el piano demostrando su manejo del instrumento. Para él, la música es un arte liberador, poco apreciado en el Ecuador.
Hasta el momento, este dúo ha realizado 33 presentaciones entre Europa y América; con un repertorio que incluye a Beethoven, Mahler y Montsalvage.
El tres veces desterrado
Gustav Mahler nació el 7 de julio de 1860 en Kalischt (Kaliste en la actual República Checa), por entonces imperio Austro-Húngaro.
Su entorno familiar no fue fácil como no lo fue su vida. Por eso él solía autodenominarse ‘el tres veces desterrado’, por “ser un bohemio entre austriacos, un austriaco en medio de alemanes y un judío en el mundo”.
La ambición del padre llevó a su familia a Jihlava en busca de mejores condiciones. En una visita a la casa de su abuelo, en Bohemia, encontró un piano, con el cual se despertó su pasión por la música y comenzó su incursión en la misma.
A los seis años empezó con sus clases de teoría musical, y a los 10 ofreció su primer concierto en el Teatro de Iglau. En 1875 ingresó al Conservatorio de Viena donde conoció al compositor Josef Anton Bruckner. Al terminar sus estudios de conservatorio en 1877, se matriculó en la U. de Viena donde estudió música, historia y filosofía.
En 1880 inició su carrera como director en el Hall Upper de Austria, y luego en la Ópera de Budapest, la de Hamburgo, hasta su mayor éxito cuando fue director de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. Murió en 1911, en Viena.