‘O Terre! Terre trois fois maudite, cette fois-ci, ô Terre! je te contemple animé de toute la haine dont mes yeux seront un jour capable.” Así escribía el poeta ecuatoriano Alfredo Gangotena en el quinto poema de su ‘Absence’. El libro está dedicado, entre otros, a Henri Michaux, autor con quien Gangotena trabó amistad durante su estancia en el país galo, y quien viajó al terruño de su amigo para dejar escrito un diario al que tituló‘Ecuador’.
Y, si bien décadas antes también sería una misión francesa (en intercambio con ilustres ecuatorianos) la que bautizara la línea que daría el nombre a nuestro país; la relación de los dos poetas antes mencionados es el ejemplo más claro del intercambio entre ambas literaturas, entre ambas lenguas. Más allá de una francofilia, valdría acaso mentar lo escrito por Emil Cioran (también en francés y desdeñando su rumano), eso de que no se habita un país, se habita una lengua, que una patria es eso, y nada más.
El caso Gangotena-Michaux, como acertadamante se bautizó a una sala de la Alianza Francesa, en Quito (institución por demás impulsadora del intercambio cultural entre ambos países), es el ejemplo más claro, pero no es el único, y bien vale recordar algunos nombres a propósito de la Semana de la Francofonía.
Dentro de la lista habría que mencionar a Juan Montalvo, quien además de su admiración por el pensamiento francés, de su amistad con intelectuales galos, de sus viajes a Europa y su cosmopolitismo, falleció en París.
Las labores diplomáticas definirían las posibilidades para que Gonzalo Zaldumbide y el poeta universal Jorge Carrera Andrade se vean marcados por Francia (consta un libro de su autoría, ‘Las relaciones culturales en entre Ecuador y Francia’). Y por intercambios diplomáticos, el caso se repetiría para Gonzalo Escudero y Darío Lara.
Años antes de esas misiones, llegamos al caso de Arturo Borja, quien llevado por su padre a París en su adolescencia se dejó llenar por los simbolistas, de sus costumbres y sus letras para luego abandonarse a la melancolía y entregarse al suicidio. Como él, también sus compañeros de generación: los poetas decapitados.
Jorge Enrique Adoum se estableció en París en los años 60, allí ofició de lector para Gallimard y de traductor en la ONU, pero no por ello se desvinculó de su creación literaria y fue también testigo del trascendental mayo parisino.
Y para volver a Gangotena, aquí la traducción de las primeras líneas “Tierra, Tierra tres veces maldita, esta vez te contemplo animada de todo el odio de que serán capaces un día mis ojos”.
Alfredo Gangotena: Poeta ecuatoriano nacido en Quito en 1904. A los 16 años se fue a Francia para completar su educación. Allí también fue amigo de Jean Cocteau y Max Jacob.
Henri Michaux Escritor de origen belga, nacionalizado francés. En 1927 viajó por el Ecuador y recogió sus experiencias en un diario de viaje. El libro fue publicado en 1929.
Otros autores ecuatorianos en Francia
Juan Montalvo, en un primer viaje a Europa, nombrado como adjunto civil, debía permanecer en Roma, pero por seis meses se entregó a la vida en París, ciudad donde fallecería en 1889.
Jorge Carrera Andrade inició en francia su carrera diplomática que a lo largo de su vida lo llevaría a conocer en profundidad ciudades de todo el mundo.
Gonzalo Escudero fue el primero con título de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario del Ecuador.
Arturo Borja, una enfermedad en su ojo hizo que se radicase en París, durante su adolescencia.
Ahora, habitan en tierras galas los escritores Huilo Ruales Hualca, Ramiro Oviedo y Rocío Durán Barba.