Dentro de las grandes tareas del kirchnerismo está la que se llama “la batalla cultural”. Y es una batalla de la que se están considerando ganadores. Entienden que el retorno de la juventud a la militancia (siempre y cuando sea al peronismo K) luego del desencanto originado por las construcciones políticas anteriores (el radicalismo alfonsinista, el peronismo menemista y ese fracaso político llamado Alianza con De la Rúa), es obra del “modelo nacional y popular”, lo ‘nac & pop’.
Si el retorno de los jóvenes a la militancia es una de sus victorias, también lo será la adhesión de un gran número de intelectuales. Se han publicado cientos de libros sobre el peronismo y su adlátere kirchnerista, (¿puede el kirchnerismo ser pensado sin el peronismo?). Desde el 2008, se conformó un espacio llamado Carta Abierta, un grupo de intelectuales de distinto origen (peronismo e izquierda), que se define como “no partidario ni confesional”, en estado asambleario, pero que sostiene que este Gobierno se ha “hecho con voluntad constructora y transformadora”, según Horacio González, una de las figuras más destacadas de Carta Abierta, además de director de la Biblioteca Nacional, en donde se reúnen.
La socióloga Beatriz Sarlo, una de las más lúcidas en su crítica al kirchnerismo, escribe en su libro ‘La audacia y el cálculo’, que Carta Abierta “hace la teoría y la historia de una práctica política para demostrar que ella sintetiza líneas irredentas y subterráneas del fluyente movimiento de masas que encontró su expresión histórica en el peronismo”.
Es que los “relatos” son la gran preocupación del kirchnerismo, los contemporáneos y los históricos. Por eso, en noviembre, la creación del Instituto Nacional del Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, que la integran historiadores, directores de diarios oficialistas y funcionarios de Gobierno, presididos por el historiador Pacho O’Donnell.
No debería asombrar aquello. La mandataria Cristina Fernández de Kirchner recurre a episodios del pasado para entender el presente. Poco después de firmar el decreto de creación del Instituto, Kirchner dio una lección de historia al encontrar las causas del déficit comercial con EE.UU.: “Nosotros perdimos en Caseros. Ellos ganaron la Guerra de Secesión y por eso fueron la potencia industrial más fuerte del mundo. No hay misterio para esto”.
(NdlR: Caseros fue la batalla del 3 de febrero de 1852, en donde perdió Juan Manuel de Rosas al frente del Ejército de la Federación Argentina ante el Ejército Grande, conformado por Brasil, Uruguay y las provincias de Entre Ríos y Corrientes).
¿Quién es Dorrego? Según Pacho O’Donnell, presidente del Directorio del Instituto, “defendió a los sectores humildes y provinciales del despotismo de la oligarquía porteña y unitaria (…). A su muerte siguió un genocidio del gauchaje federal, haciendo que ese año fuese el único de nuestra historia en que las muertes superaron a los nacimientos”.
“Estudiar, investigar y difundir la vida y la obra de personalidades y circunstancias destacadas que no han recibido el reconocimiento en un ámbito institucional de carácter académico acorde con las rigurosas exigencias del saber científico”, dice el decreto de oficialización del Instituto. Luego agregará la razón del relato: “reivindicará la importancia protagónica de los sectores populares devaluada por el criterio de que los hechos sucedían solo por decisión de los ‘grandes hombres’”.
Felipe Pigna, autor de éxitos editoriales constantes como ‘Mitos de la historia argentina’, sostiene que “la neoacademia sigue dominada por la visión liberal, la historia oficial fundada por Bartolomé Mitre, que ignora los procesos populares. El instituto servirá para que la gente tenga otra visión de la historia”.
Sin embargo, el decreto no fue del todo bien recibido por todos los sectores académicos. El Instituto tiene “más relación con la política que con la historia, como se ve claramente por la denominación elegida, los objetivos propuestos y la composición de sus integrantes”, dice la historiadora María Sáenz Quesada. Y añade que allí“prevalece la antinomia: historia popular versus historia elitista; y una idea del revisionismo que viene de autores que, a partir de 1930, imaginaron ‘la patria grande’ si Rosas no hubiera sido derrotado en Caseros por caudillos de visión distinta del federalismo, como era el caso de Urquiza” (el ganador de Caseros).
No todos los intelectuales adhieren al kirchnerismo, también hay aquellos que lo cuestionan, y conformaron un grupo disidente al relato oficial: Plataforma 2012. Según su primera carta, firmada por Sarlo, Maristella Svampa, entre otros, ante “el efecto impositivo de un discurso hegemónico”, era necesario “romper el silencio” porque “asistimos a la construcción de un relato oficial que, por vía de la negación, ocultamiento o manipulación de los hechos, pretende investir de gesta épica actual el estado de cosas”.
Más información
El político federalista y gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego fue fusilado por Juan Lavalle el 13 de diciembre de 1829. Él da el nombre al Instituto de
Revisionismo Histórico.
Como dos bandos opuestos se enfrentan los intelectuales de Carta Abierta (oficialistas) y de Plataforma 2012 (disidentes).