A aquellos niños que en Calella de la Costa, Uruguay, cantaban “Ganamos, perdimos, igual nos divertimos”, dedica Eduardo Galeano, las páginas de ‘El fútbol a sol y sombra’, uno de los libros más representativos de la literatura futbolera.
Relatos de ficción o textos históricos trasladan la pasión de los graderíos del estadio a las páginas de un libro y los cánticos de la hinchada a la palabra escrita. El Mundial de Fútbol que concluye hoy ha sido el pretexto perfecto para acercarse a ellos.
Según Rolando Pavón, de Mr. Books, la venta de este tipo de literatura creció durante el último mes. El más pedido ha sido ‘155 historias del fútbol mundial’ (Alfredo Relaño), una publicación de Editorial Planeta, y el ya mencionado de Eduardo Galeano.
Raquel Chávez de Librimundi (Juan León Mera) señala que se han acercado clientes pidiendo libros sobre fútbol de autores nacionales y extranjeros. En ese local de la librería solamente queda un ejemplar de ‘A todo fútbol’ (Editorial Edelvives), un texto que funciona como bitácora del certamen de Sudáfrica.
De esa competencia, Gonzalo Cadena, de Librería Española (10 de Agosto) prevé que en dos meses aproximadamente empezarán a llegar las novedades editoriales. Por ahora, él recomienda a sus lectores un libro disponible en esa tienda: ‘Historias insólitas de los mundiales’, cuya reseña apunta datos curiosos sobre el desarrollo del fútbol.
Cadena reconoce que una de las publicaciones que es de venta constante, no solo en época mundialista, es el texto de Jorge Valdano, ‘Sueños de fútbol’.
Valdano, quien conoce el juego desde dentro, pues, como futbolista, fue campeón mundial con Argentina en 1986 y ahora es dirigente del Real Madrid, ha sido también responsable de ‘Cuentos de fútbol I y II’, antologías que han recogido firmas de reconocidos escritores: Alfredo Bryce Echenique, Miguel Delibes, Julio Ramón Ribeyro, Javier Marías…
Las narraciones de otro escritor uruguayo, Mario Benedetti, también se incluyeron en ellas y, además, constan en ‘Y el fútbol contó un cuento’, publicada por Alfaguara en el 2009, donde están textos de Rivera Letelier, Mempo Giardinelli y de Roberto ‘el Negro’ Fontanarrosa.
Autores todos ellos que se han declarado hinchas del fútbol, profesando abiertamente su fanatismo por alguna camiseta o un estilo de juego. Desde la visión del italiano Pier Paolo Pasolini (ver recuadro), pasando por la poética del español Miguel Hernández, hasta las crónicas del también español Juan Villoro o del argentino Juan Sasturain el fútbol ha sido leído como un lenguaje estético y representado desde su atracción.
En la bibliografía ecuatoriana se hallan cuentos referentes al juego y a la hinchada. En el 2006, bajo al coordinación de Raúl Pérez Torres, la Flacso editó ‘Área de candela. Fútbol y literatura’, donde se recopilan relatos, entrevistas y ensayos de más de 20 plumas, entre escritores y periodistas nacionales. Entre ellos: Carlos Bejar Portilla, Jorge Velasco Mackensie, Paúl Herman, Jorge Andrade, Pablo Lucio Paredes, Abdón Ubidia, Édgar Alan García…
También se cuentan los textos de Juan Hidalgo (‘Sábados de fútbol’), de Alejandro Rivadeneira (‘La frutilla mecánica’), de Esteban Michelena (‘Pase al vacío’).
Pero así como hay escritores que hallan motivos para su creación en el mundo del fútbol, están quienes reniegan de ese deporte. Los casos más notorios son el del argentino Jorge Luis Borges y el del británico Rudyard Kipling. El primero lo consideraba “un deporte estéticamente feo: 11 jugadores contra 11 corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos”, decía. Mientras que el británico autor de los relatos de ‘El libro de al selva’ manifestaba su desprecio por el fútbol y por quienes lo juegan.
Diego Crespo, estudiante de 22 años, descarta una división entre literatura y fútbol, el lo juega y gusta de la lectura. Entre los relatos que prefiere se hallan los de Fontanarrosa. Si bien él no considera al fútbol como un subgénero en la literatura, cree que es una temática apasionante.
Pasolini define el fútbol…
“El fútbol es un sistema de signos, por lo tanto es un lenguaje. Hay momentos que son puramente poéticos: se trata de los momentos de gol. Cada gol es siempre una invención, es siempre una subversión del código: es una ineluctabilidad, fulguración, estupor, irreversibilidad. Igual que la palabra poética.
El goleador de un campeonato es siempre el mejor poeta del año. El fútbol que produce más goles es el más poético. Incluso el ‘dribbling’ es de por sí poético (aunque no siempre como el gol).
En los hechos, el sueño de cada jugador (compartido por cada espectador) es partir de la mitad del campo, ‘dribbliar’ a todos y marcar el gol. Sí, dentro de los límites consentidos, se puede imaginar en el fútbol una cosa sublime, es ésa. Pero no sucede nunca. Es un sueño”.