Por primera vez sus instrumentos iban a sonar en Guayaquil. 98 personas, ubicadas en sillas de plástico -acomodadas para la ocasión-, esperaban atentas el primer acorde de Ensamble Quito 6, agrupación surgida en el 2004. El encuentro fue en el lobby del Centro Cultural Libertador Simón Bolívar.
Tatiana Carrillo, la productora de Ensamble Quito y esposa del director musical, el maestro Jorge Oviedo, tomó el micrófono y habló en nombre de la agrupación, que se presentaba por primera vez en Guayaquil: “Es un honor presentar nuestro trabajo aquí”.
El resto fue música instrumental. Comenzaron con ‘Variaciones’, obra del compositor cayambeño Luis Humberto Salgado, que combina elementos de la música vernácula y mestiza con ciertos agregados clásicos. Entre el público, Carmen Noboa, murmuraba: “nunca había escuchado el tema”. Enseguida interpretaron ‘Nocturnal’ (también de Salgado) y ‘Asiria’, que en kichwa significa ‘sonrisa’ y es una obra del músico quiteño Segundo Cóndor. Hasta entonces, el público aplaudía con cautela, pero cuando entonaron ‘Mi último beso’, el pasillo del reconocido guitarrista y compositor guayaquileño Carlos Silva Pareja, los espectadores mostraron una inusual euforia. Lo que se escuchó fue una adaptación a cargo de Oviedo.
Poco a poco, iba llegando más gente. No quedaba una silla vacía, así que improvisaron sus asientos en las gradas. Llegó‘Hibridaza’, una fusión de pasillo, tonada y albazo, y los asistentes se mostraron sorprendidos ante esta composición experimental de la autoría de Marcela Beltrán.
“Parecería que el ensamble estaba incurriendo en equivocaciones. Pero -explicó Oviedo- es intencional: la dinámica llevó al público a una emoción muy especial”. Antes de que acaben de tocar, el público ya estaba aplaudiendo”. Pero el tema que se llevó los aplausos más sonoros fue ‘Madera de Guerrero’, del guayaquileño Carlos Rubira Infante. La gente rompió el protocolo y se sumó a la canción, coreándola.