Dejando libres sus gestos infantiles, la escritora Edna Iturralde dibuja figuras con las estrellas, tal como lo hiciera de niña mientras jugaba con las pecas en su rostro. Mediante este acto inconsciente, quien logró posicionar su libro ‘Verde fue mi selva’ entre los 10 mejores de literatura infanto-juvenil iberoamericana, toma impulso para continuar escribiendo.
¿Cómo está el diálogo con su niña interior?Es ella la que sale y comete las travesuras, la que tiene la imaginación, que se inventa las cosas. Estoy contenta con ella y siento ganas de escribir más a su lado.
Esa escritura tiene algo de juego…
La creación es lúdica y me da felicidad; pero, al mismo tiempo, implica seriedad, porque es mi profesión.
Para la literatura infantil, ¿es necesario un mensaje?
No. Creo que todos los libros llevan algo de su creador, en lo que narran (recuerda ‘La historia sin fin’, de M. Ende) y el lector lo recibe a su manera, según su personalidad y la variabilidad de lecturas. No hay un mensaje específico, eso bordearía en lo didáctico.
Menciona ‘La historia sin fin’, ¿cómo halla a la fantasía en el mundo actual?
Está enlatada, nunca será como la que creas con tu mente. La fantasía existe en el mundo, pero está procesada: no te imaginas al árbol de ‘Avatar’, simplemente lo ves. Entonces, niños y adultos debemos volver a leer, a la importancia de la lectura, del libro.
¿Cuál es el proceso que sigue para su escritura?
Depende para la edad que escribo (tiene libros para lectores desde los 4 hasta los 17 años, la mayoría abarcan edades desde los 8 hasta los 12 años), pero una constante en esa escritura es manejar un lenguaje bien escogido, no simplificar las cosas, ser directo y entretenido.
¿Le interesa la lectura para adultos?
No, para mí los importante es la literatura infantil, porque puede ser leída y disfrutada por niños y por adultos, igualmente.
(La obra literaria de Edna Iturralde -más de 30 títulos- si bien comprende algunos relatos fantásticos y otros de corte realista, está atravesada por una línea etnohistórica. Allí se incluye el libro que obtuvo el reconocimiento de SM, de España: ‘Verde fue mi selva’ , de 1998. La publicación recoge 14 relatos situados en la Amazonía ecuatoriana y sus protagonistas son achuar, shuar, huaorani, secoya, siona y cofán).
fakeFCKRemoveEn su obra la identidad del país juega un papel clave.
En el caso de ‘Verde fue mi selva’, lo que quise hacer es que los ecuatorianos conozcamos cómo son nuestras culturas y cómo somos nosotros mismos. La única manera fue contando qué es la felicidad para un niño shuar, o qué es la lluvia, qué hacen en el campo y qué en la ciudad… Contar es para conocer y respetar, está ligado a la identidad nacional. Para ello utilizo lugares tan mágicos, que no necesito inventarlos… es la suerte de vivir en un país con cosas interesantes que lo único que yo hago es novelarlas.
¿Las vincula con la tradición oral de los pueblos?
No escribo tradición oral, no adapto cuentos a mi forma de ver. Yo escucho, veo y participo de la vida de la comunidad. Luego creo historias.
Y esos cuentos se universalizan, los entienden todos…
Los valores intrínsecos de los humanos son iguales: el respeto, el deseo de ser querido, el derecho a techo, a comida, a ser feliz…